ElTarotMx

Escritora, tarotista y estrella de tu constelación.

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Abrí la página web de mi negocio de lectura de cartas de Tarot y de ángeles y arcángeles:

ElTarotMx.com

Y por cuestiones relacionadas con mi oficio actual de hacer trabajos de Magia (por extraño que esto suene), me veo obligada a escribir a diario. Así que lo haré ahí.

Aquí pues… No sé. Diría que “necesito que me motiven”, pero esa es una frase de manipuladores. Aquí tal vez no escriba si no es sobre el acto mismo de escribir.

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia (I)

Escribí un artículo sobre la reacción de gordofobia que han generado las fotografías de la actriz mexicana Michelle Rodríguez para la revista Marie Claire.

Bueno, eso de “escribir” es un decir, ya que la mayoría de mis artículos y publicaciones de Blog en realidad se los dicto al reconocimiento de voz de Google en mi teléfono Android.

La euforia a favor y en contra de las fotografías de Michelle Rodríguez vino muy al caso con lo que publiqué aquí sobre el sketch de Mr. Creosote (Señor Creosota) de Monty Python.

Iré desarrollando el tema, que da para largo (y para ancho), pero no aquí sino en…

tararará…

Le envié mi artículo sobre Michelle Rodríguez a Keshava Quintanar Cano, amigo de publicación de Fantasiofrenia II, antología del cuento dañado. Quería ver si de casualidad podría colarme en el siguiente número de la revista Pulso CCH Naucalpan

Y pues adivina adivinador quién estará estrenando su columna semanal de La Niña TodoMePasa =)

Me siento tan agradecida con esta oportunidad de volver a escribir, o más bien de dictar, para un público estudiantil. Tanto que decir, y tan rápido que puedo hacerlo gracias a la tecnología actual.

Sí ha sido complicado editar mi blog en el Chrome de mi teléfono. Pero mientras exista el plugin de editor clásico (contra el asco de editor en bloques) de WordPress, yo feliz.

La maravilla del reconocimiento de voz

Tengo una laptop relativamente nueva que le dieron a mi esposo en pago de algún servicio legal. No la utilizo pues la interfaz de mis páginas web no se despliega sin que el sistema completo colapse.

Hace ya unos años me acostumbré a utilizar el reconocimiento de voz para todo. En mi último empleo formal hice cantidad de traducciones exprés gracias al reconocimiento de voz de Windows, que no es tan bueno como el de iOS.

El reconocimiento de voz de Android es bastante bueno y lo utilizo tanto para contestar mensajes en WhatsApp como para documentos en Word, artículos y entradas de Todomepasa.com, etcétera.

La conveniencia no significa que todos estén dispuestos a evolucionar con la tecnología. Una persona decía que prefiere enviar audios que usar reconocimiento de voz para enviar textos. Y una amiga, que se burlaba de mi reticencia a hacer compras en línea por los fraudes, dice que no piensa dictar un libro sino escribirlo usando sus manos como en los siglos pasados. Pues bueno.

Sobra decir que este texto lo acabo de escribir en cuestión de minutos usando reconocimiento de voz.

Friends, lovers, and the Big Terrible Thing

Friends, lovers and the Big Terrible Thing - Matthew Perry

Es el libro de memorias de Matthew Perry. Matthew Perry es mejor conocido por su papel como Chandler Bing en la sitcom de Friends.

No soy super fan de Friends. Vi las diez temporadas, o la mayoría de la serie, porque repetían los capítulos de forma incansable en Warner Channel. Luego de leer Friends, lovers, and the Big Terrible Thing en el Kindle, tengo ganas de verla. Pero no está en Netflix (bu).

Me gustó este libro. Mucho más que I’m glad my mom died, de Jennette McCurdy. A fin de cuentas ambos son memorias de celebridades de Hollywood. Ambos superaron y siguen luchando contra problemas de salud mental exacerbados por la presión de tener fama internacional. Solo que el libro de Matthew Perry lo leería de nuevo con todo gusto. El de Jennette McCurdy, la verdad es que no. Tal vez sea por el tema del libro que me hizo enfadar tanto. Y como que no le agarré mucho a su sentido del humor a pesar de que me gusta el humor negro.

En cambio, Friends, lovers, and the Big Terrible Thing me hizo llorar y reír de forma indistinta. Me identifiqué con la ausencia paterna, la soledad, el sentido de incomodidad permanente. Y encontré por lo menos dos frases digas de memorizar:

¿Disculpa? ¿Fuiste a caminar y dejaste de beber? He gastado más de $7 millones tratando de estar sobrio.

-Matthew Perry.

Un coma de catorce días hace muy simple dejar de fumar.

-Matthew Perry.

Es un libro bastante crudo pero muy divertido.

Un sentido del humor sumamente inteligente. Lo más seguro es que pronto lo leeré de nuevo y me seguiré riendo igual que la primera vez. Muy recomendable. Lo leí en inglés, sin grandes complicaciones por el vocabulario y con la ventaja de que puedes subrayar las palabras en el Kindle para una traducción inmediata.

Y voy a buscar todas las películas de Matthew Perry que estén en Netflix. Y sí, claro que tengo ganas de ver Friends de nuevo.

I’m glad my mom died

I'm glad my mom died

I’m glad my mom died

Jennette McCurdy

Nunca me gustó iCarly. Mucho menos Sam & Cat. He visto un par de capítulos de cada serie, y eso porque a mi hija le gusta Victorious. Las pocas veces que llegué a ver algún fragmento de estos programas, sentí especial repulsión por el personaje de Sam Puckett, interpretado por Jennette McCurdy.
Supongo que por eso me sorprendió aún más mi propia reacción al saber que Jennette McCurdy lanzaría I’m glad my mom died, su libro de memorias. No soy de las que opinan que un libro de memorias antes de los 30 años de edad resulta prematuro. Pero me causó especial shock saber que ella ni siquiera quería ser actriz. ¿Es en serio? Y que, además, decidió renunciar a la actuación porque le avergonzaban los papeles que representó, como el de la odiosa Sam Puckett.
De inmediato chequé el costo del libro en preventa: unos seiscientos pesos mexicanos. Más costos de envío y/o importación.

Decidí esperar a que I’m glad my mom died fuera vendido a través de Amazon.

Prácticamente no hay nada que no se venda a través de Amazon.
Cuando por fin llegó el día, zas: agotado en Amazon en menos de 24 horas. Best-seller mundial. Primera edición vendida. Podía comprarlo y esperar más o menos seis semanas a que por fin llegara a mis manos.
Compré I’m glad my mom died en Amazon junto a A course of miracles, de Foundation for Inner Peace.
Es una canalización del Maestro Ascendido Jesús el Cristo realizada por Helen Schucman. Hace muuucho que leí sobre este libro en la página de Karina Malpica, y me sorprendió tanto verlo en la biblioteca de una de las amigas de la familia. A la siguiente vez que visitamos su casa me atreví a pedirlo prestado. Con la cantidad de libros que mi esposo tiene, resulta un poco ridículo pedir un libro prestado.
Comencé a leer A course of miracles, y zas: las hojas del libro fueron impresas en papel cebolla. O en algún papel más frágil y delgado que el papel cebolla. Y como trae un libro de ejercicios para cada día del año, iba a tardar por lo menos 365 días en regresarlo. Y si lo regresaba dañado, me iba a endrogar de por vida con esta amiga.
Me resultó menos cargo de conciencia pedirlo en Amazon, en edición de bolsillo y en inglés para ahorrar un par de pesos. De hecho me ha gustado más en inglés, porque el texto es muy complicado y así no me entretengo con el ritmo del lenguaje en español.

Pero mi libro de I’m glad my mom died… jamás llegó.

Un día cualquiera vi que tenía correos de Amazon: mi ejemplar se perdió. ¿Cómo? Nunca antes tuve un problema con Amazon. Tampoco es que compre ahí muy seguido, pero me pareció bastante ridículo que (según) me hayan enviado mi copia, y justo se pierde. ¿Será que anda rondando en algún tianguis de León donde será vendido por máximo 20 pesos?
Un buen amigo me obsequió un Kindle (¡gracias!). Retomamos contacto precisamente porque subí a mis historias de Instagram que compré el libro de Amazon, mucho antes de saber que iba a perderse, jajaja. Como vi que ambos seguimos a Jennette McCurdy, le pregunté si compró el libro y dijo que hay cosas más interesantes que leer.
Y sí, estoy de acuerdo. El fin de semana otro amigo (no digo nombres para no meterlo en líos) se aseguró -no diré cómo- de que yo pudiera leer el dichoso libro que Amazon me perdió.
Lo terminé el lunes por la mañana, y me arrepentí de haberme desvelado leyéndolo porque a fin de cuentas tengo suficiente tiempo para leer en el día. Pero ya me acostumbré a leer noticias tontas de Google, noticias sobre el subforo AITA (Am I the Asshole?) de Reddit -ni siquiera entro a Reddit-, columnas del corazón tipo Dear Amy, Dear Abby, Ask Dr. Nerdlove, etc.
Entre algunos cambios que estoy haciendo en mi vida está el retomar la lectura, porque en la Escuela de Escritores me quitaron las ganas de leer por gusto. Y, paradógicamente, vivir en una biblioteca también, porque hay tantos libros que nunca sé qué quiero leer.

Algo que no me gusta sobre leer en inglés es el formato.

Los diálogos no van con guion largo, sino entre comillas. Usan menos comas, y me encantan las comas. Es probable que ni siquiera conozcan el punto y coma, jaja. El lenguaje no me causa gran conflicto, aun si no conozco la palabra deduzco por contexto en vez de detenerme a traducir. (Por eso me estresa tanto jugar Wordle en inglés.)
El libro I’m glad my mom died es bueno. Alabado a nivel global. Jennette McCurdy acaba de ser nombrada entre las 100 personas de la revista Time más influyentes del año.
Es un buen libro. A secas. No volvería a leerlo. Como biografía está bien, pero nada más. Ahora que lo leí, me alegro de que Amazon me haya reembolsado el dinero.
No quiero menospreciar la lucha de una superviviente de abuso en la infancia. No dudo que sus experiencias hayan sido tan crudas como las narra.
Tal vez sea que yo entendí el humor de I’m glad my mom died, así como tampoco entendí el atractivo de Sam Puckett. Y eso que he tenido que dejar el humor negro porque nadie aquí lo comprende.

Me alegra mucho el éxito de que ahora disfruta Jennette McCurdy.

A mí no me da gusto que su madre esté muerta porque la señora merece leer la cantidad de monstruosidades que le hizo a su propia familia.
Lo que sí diré es que I’m glad my mom died me ha hecho reconsiderar algunas de mis actitudes como madre.
¿Ser amiga de mi hija?, siempre he estado en contra de ello. Ahora, más.
¿Seguir llamando Bebé a mi hija?, así le digo a mi esposo jajaj, pero trataré de quitármelo.
¿Llevar a mi hija a clases de Ballet, de piano, de algo que en realidad no le interesa?, mejor que siga dibujando tan bien como lo hace.
¿Mandar las fotos de mi hija a una agencia de modelaje? Lo pensé desde que nació, pero ahora queda descartado por completo. También descarto el decirle a mi primo hermano, quien vive en California, que por qué no lleva a mi guapo sobrino a un casting para ser actor de tele o de cine.
Así que dejaré que mi niña siga siendo niña todo el tiempo que quiera. He leído sobre los “papás helicóptero” y eso, y aunque no está de más proteger a tus seres queridos en tiempos de feminicidio, tampoco me interesa dictar su vida ni que le interese lo que a mí me interesa. Si no va a ser bailarina, concertista, gimnasta, dibujante… ¿qué más da?

Soñar contigo

Soñar contigo

Soñar contigo es inútil.

Soñar contigo es intrascendente.

Porque al soñarte vuelvo a sentirte, y vivirte de nuevo no me hace el mayor bien.

¿De qué me sirve tenerte un instante si tu compañía se irá mañana? Prefiero recordarte cuando estoy despierta, dejar que mis ojos desborden por tu ausencia, y percibirte en cada latido, en cada bocanada de aire que le robo al planeta. ¿Acaso dejaré de lamentarte si llevo a cabo mis fantasías de fuga eterna? Lo dudo, pues entonces serían otros quienes sueñen conmigo por siempre. Se verán obligados a gastar sus ahorros para discutirme con un terapeuta.

Soñar contigo no cuesta. Al menos no monetariamente. Pero es un lujo que no debo permitirme, porque vuelvo a estar triste cuando me encuentro con tu almohada vacía. Tu cobija intacta que ya no huele a ti.

Hace tiempo que prefiero el mundo real. Aún sueño despierta, pero soñar contigo no tiene caso porque te fuiste a un lugar del que no podrías regresar ni por más que quisieras.

Ojalá poseyera alguna chispa de magia. Que hubiera algún curso de milagros para aparecerte de la nada. Si tan solo hubiera tenido de esas manos que curan…

Hoy soñé contigo. Tenía que hacerte pasar a través de un agujero en el suelo, pero mis brazos no aguantaron tu peso y te dejé caer. Y moriste. Moriste otra vez. Tenías el mismo rostro congelado de cuando bajaron el cierre de tu bolsa negra.

Desperté a las 3 de la mañana y ahora no puedo dormir. A veces prefiero no hacerlo. Sí que lo intenté, más melatonina disolviéndose en mi lengua, pero la idea de tu segunda muerte se quedó en mi cabeza para atormentarme. Ya no quiero sufrirte. Tampoco quiero atarte a un plano al cual pertenecías.

Descansa pronto en paz.