Videojuegos gratis o la esclavitud perfecta
Por supuesto que en estos días, semanas, meses, no se puede hablar de nada que no sea el Covid-19. Ya nos hartamos de leer cifras de contagiados, de consolar a amistades que perdieron a un ser querido, etc.
Quienes estamos trabajando en casa, en lo de siempre o en alguna chamba emergente para pasarla, ya no hallamos qué más hacer. Tanto tiempo quejándonos de la falta de tiempo para descansar, tiempo para estar con la familia, tiempo para proyectos personales…
Hay quien ha recaído en los vicios de siempre. Alcohol, benzodiacepinas, opioides, marihuana: todo, todo sirve para olvidar un rato lo aburrido de un mundo que de pronto es asocial.
También hay quien nunca dejó de consumir activamente. Hasta se las ven en figurillas para conseguir su dosis habitual.
Y estamos los que hemos recaído en vicios menos “dañinos” pero igual de latosos.
En mi caso particular, primero recaí en el juego de:
Kim Kardashian: Hollywood.
Este videojuego lo bajé cuando salió. Lo borré, lo reinstalé, lo volví a borrar y así. Hasta la pandemia, claro, que recaí feamente cuando creí que no tenía nada mejor que hacer.
He aquí mi boda en Florencia con mi novio virtual. No recuerdo cómo se llamaba. Primero me comprometí con otro (clásico), pero lo boté porque preferí ocupar mi tiempo en ser famosa (clásico). Estábamos preparando nuestra renovación de votos, como si lleváramos diez años casados, en Hawaii.
Pero entonces lo desinstalé porque apareció:
My Café: Recipes & Stories.
No fue gracias a la famosa celebrity que descubrí que los videojuegos gratis son la esclavitud perfecta, sino con My Café. A mí ni me gusta cocinar, mucho menos para otras personas, ¿y aparte tener todo ordenadito? Ñeee.
Este juego lo bajé porque daban estrellas para comprar ropa y perritos y “adoptar bebés” en el de Kim Kardashian… Y preferí borrar a la Playmate a pesar del tiempo (jamás dinero) que invertí para tener ropa linda. Hello, ¡si en la vida real tengo ropa linda que NO utilizo porque no estoy, ni estaré, lo suficientemente flaca para lucirla!
Básicamente hay que hacer monedas para comprar muebles. Y hay que juntar diamantes para comprar especias para hacer recetas que te den monedas para comprar muebles. También juntas rubíes para expandir la cafetería donde haces recetas que te dan monedas para comprar muebles.
Aparte hay festivales donde usas tus especias para hacer monedas para comprar muebles. Y compites contra otros pueblos y ganas diamantes para comprar especias que usarás para hacer monedas para comprar muebles.
Y así. Interminablemente.
Eso sin contar las horas en grupos y fanpages de Facebook para aprender tips para hacer más monedas y diamantes para comprar más especias para hacer más recetas. Solo así lograrás hacer más monedas y diamantes por atender a gente que ni siquiera existe.
Ya no hablemos de quienes han gastado desde 21 pesos por un regalo para poder hacer tu pueblo. Pensé hacerlo, pero me dio mucha pereza comprar una tarjeta de $100 de Google Play para gastar 21 pesos. Y no tengo Paypal porque la única vez que intenté usarlo me estafaron 100 pesos del único libro electrónico que logré vender.
Sí: ese libro electrónico se lo vendí a mi mamá. ¿A quién más?
También pensé en comprar una oferta de 105 pesos de My Café. Pero me dio pereza comprar una tarjeta de Google Play de 200 pesos para gastar 105 pesos.
¡Y todo para atender a gente que no existe!
Aunque debo decir que me gusta este juego. Estas dos semanas que estuve enferma dejé de jugar, y ahora que estoy de regreso descargué My Café de nuevo porque…
ME ENCANTAN LOS VIDEOJUEGOS GRATIS QUE SE JUEGAN SOLOS.
Es cosa de vigiarlos nada más. Tomas pedidos del teléfono o del pueblo, pones a los meseros y baristas a atenderlos, ¡y ya! Dejas que la programación de Melsoft haga su magia sin que apenas intervengas.
El problema es que puedo estar horas y horas sin jugar, sino viendo cómo se juega solito el videojuego de turno.
Así he “jugado” durante más de diez años la saga de…
Bloons Tower Defense
No sé si ya sacaron el 7. Pero sí he de decir que lo conocí desde la primera entrega, y cada versión es mucho mejor que la anterior. Del 5 me salté a Bloons Monkey City, porque no solo puedes hacer tu ciudad a tu gusto, sino que también te avientas rounds contra los globitos.
Hace tiempo escribí en inglés sobre este juego. Lo resumo en tres palabras: Changos revientan globos. Eso es todo. Y no sé por qué me resulta excepcionalmente RELAJANTE ver a unos changos reventando globos. Todos los globos, excepto el rojo, contienen más globos. A estas alturas puedo decir de memoria el orden de los colores y todo.
Lo único que hay que hacer es elegir los changos adecuados según el mapa, y la posición donde los dejarás. Y observar. Comprar mejoras y actualizaciones con las monedas del juego. Y ya.
Este juego apenas lo desinstalé porque mi hija se la pasa pidiendo jugar a los changos. Y es clásico que los niños descubren tu contraseña de desbloqueo sin importar cuán rebuscada sea.
Aquí también puedes comprar cosas con dinero real. Y en el de Kim Kardshian también. Y en todos los juegos freemium.
El tiempo es dinero. Los videojuegos gratis no son tan gratuitos: hay que pagar tiempo, dinero, o ambos, por el dudoso beneficio de jugarlos durante días, meses o años enteros.
Pero por mí está perfecto. No tengo el menor problema con dejar a mis meseros atendiendo mientras leo Charlie y la fábrica de chocolate. Hacía lo mismo con los de Bloons Monkey Defense. Con el de Kim Kardashian no tanto, ahí sí tienes que estarle apretando para viajar a otras ciudades y demás. Por eso lo borré primero.