Mi crush y yo en tiempos de coronavirus

Mi crush y yo en tiempos de coronavirus

MI CRUSH Y YO

EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

 
Estaba realmente ebria cuando empecé a fantasear con mi crush. Su nariz envidiable, esos ojos de artista que me derriten cada que aparece en mi televisor
No sé de dónde conseguí su WhatsApp. Pero le escribí. No recuerdo las frases exactas que utilicé, pero le dije que me encanta y que moría por estar con él. No recurrí a la palabra \”amor\” porque el amor se da con la cercanía, y entre él y yo hay mucha distancia tanto emocional como física. De adolescente viví confundida entre enculamiento y amor, y ya no estoy para tonterías. Pero tampoco tengo edad para quedarme con las ganas de hacer lo que se me antoje.
Seguí bebiendo a la espera de una respuesta de mi crush.
Se acabaron las cervezas de mis six, así, nomás, casi casi sin que las tocara. Por el coronavirus hay escasez de alcohol, y ni se puede salir a la calle sin que te secuestren o te embolsen. Si no te mata la pinche pandemia, te desaparece cualquier cabrón.
Pero ahí estaba: la cajita del medicamento que mi tía olvidó. Ya ni me hacen cosquillas, pero andaba peda. Así que me tomé una cápsula, y dos o tres más por si acaso me hacían falta. Total, ¿qué tanto es tantito en plena cuarentena?
Después… No estoy tan segura de lo que en verdad sucedió. Supongo que me desmayé por borracha, o por tremendo pasón.

¿El problema? Que no fue en mi casa.

Meses después investigué y supe que algunas benzodiacepinas producen amnesia. Aunque, por supuesto, ese es un detalle que siempre se me olvida. Por eso tengo borrado el casete, el disquet, la memoria USB o como sea que se diga ahora. El caso fue que desperté en una habitación a oscuras. Desnuda. Y alguien dormía junto a mí.
Con todo cuidado me levanté de esa cama y busqué mi ropa. Mi celular decía que eran las cuatro de la madrugada. Iba a encender la lamparita, pero tenía una notificación sin leer:
\”Ya estoy afuera\”.
No reconocí el número telefónico. Pero sí la espantosa fotografía de perfil.
Era de mi ex.
Encendí la lámpara de mi teléfono, y sí: definitivamente era la habitación de mi ex. Ese malnacido sandio, hijoeputa gandalla que se robaba mi lana y que durante años enteros me hizo confundir enculamiento y amor.
Nunca le escribí a mi crush. Creo. Ni ha de saber que sigo su fanpage de Facebook, que hasta tengo mi insignia de fan destacada.
Sobre mi ex… Pues ya no es mi ex. Estaba en su casa, y no se puede salir a la calle, así que sigo aquí. Con él. Justo ahora duerme. Y todo por mi chiste de andarme drogando. Rompemos la cuarentena, y seguimos rompiéndonos la jeta cada que nos enfadamos por celos. Hasta eso, nos llevamos mejor después de unos guamazos.
Y además lo tengo en engorda por si nos contagiamos.

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