\’Heredan\’ adicción al nacer
Lenny Bernstein
The Washington Post
Traducción: Jéssica de la Portilla Montaño.
Publicado en: Periódico AM de León.
Luego de un mes de dolorosa abstinencia que frunció su cuerpo en un ovillo, luego de temblores y diarrea e insomnio y dificultad para comer, Makenzee Kennedy dejó su cama en las instalaciones de un centro de rehabilitación de drogas y se fue a casa para celebrar un hito: cumplir dos meses de edad.
Vive ahí por ahora con su madre, Ashley Kennedy, de 31 años de edad, quien lleva 11 años recayendo y abandonando su adicción a la heroína. Si todo sale bien, Makenzee nunca verá de nuevo el interior del Hospital Pediátrico Monte Washington, donde fue desintoxicada de las drogas a través de un cuidado intensivo de 24 horas al día.
\”No es mi primera vez tratando de detenerme\”, reconoció Ashley Kennedy mientras alimentaba con biberón a Makenzee. \”Esta es mi última vez. No quiero tocar otra droga luego de hacer pasar a mi bebé por esto\”.
En comunidades a través de la Nación, el daño colateral de la epidemia de heroína se está propagando por el sistema de cuidado de salud. La tasa de hepatitis C se ha disparado, alimentada por la compartición de agujas entre adictos. A los expertos les preocupa que un repunte en la tasa del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) pueda no estar muy lejos. Y la tasa de sobredosis fatales de heroína se ha cuadruplicado durante los últimos 10 años. En Baltimore, cerca de dos terceras partes de 302 muertes por sobredosis el año pasado fueron causadas por heroína.
\”Tenemos un problema muy serio en EU justo ahora, en términos del uso de heroína y otros agentes opiáceos\”, dijo Alan Spitzer, vicepresidente senior en Mednax, la cual provee servicios médicos maternales y neonatales a hospitales.
Entre los acontecimientos más desgarradores: un drástico aumento en el número de recién nacidos expuestos a drogas, como Makenzee. La incidencia del \”síndrome de abstinencia neonatal\” se ha cuadruplicado en nueve años, de 2.7 por ciento de todas las admisiones en cuidados neonatales intensivos, de acuerdo a un estudio publicado en mayo por Spitzer y otros.
El costo del cuidado de cada niño también se ha disparado, de un promedio de 53 mil dólares en 2009, de acuerdo a otra investigación.
Siendo una bolsa de heroína más barata que una cajetilla de cigarros, las personas alguna vez adictas a costosos opioides de prescripción están cambiando a la droga callejera, más barata, en cantidades alarmantes, de acuerdo a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. Como resultado, la heroína ha invadido la Norteamérica suburbana y rural, lugares como Elkton, un pequeño pueblo de 15 mil habitantes al norte de Maryland donde Ashley Kennedy creció.
A los 17 años de edad, Kennedy sufrió heridas faciales en un accidente automovilístico y se le prescribió Percocet (Oxicodona) para el dolor. Las píldoras fueron fáciles de obtener luego de que sus heridas sanaron, y ella se enganchó.
A los 20, comenzó a vender heroína. \”Pero entonces quise saber qué era ese gran alboroto sobre todo este asunto que yo estaba vendiendo. Así que solamente me tomó una bolsa, y ahí fue\”, dijo.
\”Sólo era un buen colocón. Mejor que los Percocets\”.
Durante la siguiente década dio a luz a un hijo discapacitado, vivió en un automóvil y fue encarcelada cinco veces por robo, fraude con tarjeta de crédito y otros crímenes que dijo haber cometido por dinero para drogas. Liberada de prisión en septiembre pasado, estaba de nuevo usando heroína a finales de mes. En octobre descubrió que estaba embarazada de Makenzee.
Pero Kennedy siguió usando, inyectándose al final hasta 30 bolsas de cinco dólares de heroína al día. Cuando no estaba arponeándose heroína, estaba afuera buscándola.
\”Estar colocada todo el día. Despertar y repetir todo el proceso porque no quedaba nada en la mañana\”, dijo.
Encontró un médico que le prescribió Subutex, fármaco diseñado para reemplazar el ansia por la heroína, pero no funcionó. Kennedy terminaba tomando ambas drogas, o intercambiaba su Subutex por heroína en la calle. Luego cambió a metadona, que tampoco satisfizo totalmente sus ansias.
En marzo, un juez amenazó con quitarle a sus hijos. Kennedy finalmente renunció a usar heroína y fue admitida en un programa de rehabilitación residencial (internada). Finalizó su embarazo con metadona; dejar totalmente las drogas pudo haber matado a su nonato.
Tan extensa como fue, el historial de drogas de Kennedy es relativamente poco complicada, comparada con los hábitos de la mayoría de las usuarias embarazadas tratadas en el Centro para Adicción y Embarazo, un programa intensivo para pacientes ambulatorias (externas) en la universidad Johns Hopkins, no lejos del hospital donde Makenzee Kennedy fue desintoxicada.
Más de tres cuartas partes de las mujeres en el programa tienen alguna forma de enfermedad mental; muchas toman medicación para la depresión, ansiedad, esquizofrenia, desorden bipolar o síndrome de estrés postraumático, dijo Lauren Jansson, directora de Pediatría del Centro.
La mayoría tiene hepatitis C. Los opiáceos son ahora la droga favorita de un 75 por ciento de las mujeres, dijo Jansson, pero frecuentemente son mezcladas con cocaína, marihuana y alcohol. Virtualmente todas las mujeres fuman durante su embarazo.
Como Kennedy, algunas mujeres buscan ayuda cuando se dan cuenta de que están embarazadas. Otras niegan haber tomado drogas hasta después de que su bebé nace y comienza a sufrir temblores u otros síntomas de abstinencia, dijo Monique Satpute, directora del Centro para Cuidados Transitorios Neonatales en Monte Washington, donde Makenzee fue tratada.
\”Tenemos que regresarnos y preguntar, \’¿Hay algo que no nos hayas contado?\’\”, dijo Satpute.
Los médicos solían pensar que la abstinencia en un bebé estaba relacionada con la cantidad de heroína que la madre usó o con el número de meses que el niño fue expuesto dentro del útero. Pero los estudios han encontrado que eso no
es cierto, dijo Jansson. Algunos recién nacidos sólo experimentan síntomas leves. Los investigadores están buscando un enlace genético a la abstinencia.
Hoy los cuidadores asumen que dos niños no pasan por la abstinencia de la misma manera. Eso hace delicado el proceso y un trabajo intensivo. Cada recién nacido debe ser desintoxicado lentamente y monitoreado con cuidado 24 horas al día, con un objetivo primordial: evitar una convulsión devastadora que pudiera tener consecuencias de por vida.
Aunque los doctores y enfermeras se han vuelto adeptos, la triste verdad es que no pueden hacer mucho para reducir la miseria de un bebé en abstinencia. Makenzee, por ejemplo, llegó del Centro Médico de la Universidad de Maryland ya bajo tratamiento con pequeñas cantidades de morfina y clonidina, un medicamento para la presión arterial que ayudan en el proceso de desintoxicación.
Cada tres horas se le asignaba un puntaje del \”Test de Finnegan\”, basado en 21 factores observados por enfermeras, incluyendo temblores, hiperactividad, fiebre, dificultades para dormir, sudor y su habilidad para succionar, la cual frecuentemente peligra en infantes que enfrentan la abstinencia. Esos puntajes son promediados y usados para determinar la dosis de morfina del día siguiente.
Makenzee era un caso difícil: los recién nacido sanos duermen la mayor parte del día; ella estaba despierta todo el tiempo. Los recién nacidos sanos relajan y comienzan a estirar sus miembros; Makenzee tensaba con fuerza sus brazos y piernas y lloraba constantemente conforme se ajustaba a reducciones en los opiáceos que había estado recibiendo en el útero. Tenía diarrea ácida (diarrea crónica por malabsorción de ácidos biliares, necesarios para asimilar las vitaminas liposolubles) y sudaba mucho.
Las enfermeras atenuaban las luces en su habitación, tocaban música suave y hablaban en voz baja. La envolvían y la sostenían. Cambiaban su pañal con frecuencia y la alimentaban pacientemente.
\”Duele\”, dijo Kay Mathias, la practicante de enfermera que maneja la unidad donde Makenzee fue tratada. \”Si estás pasando por abstinencia, duele\”.
De los 97 infantes dependientes de drogas que Monte Washington dio de alta el año pasado, la mayoría estaban listos para ir a casa luego de dos semanas. La abstinencia de Makenzee tomó 31 días y costó a Medicaid 32 mil 777 dólares.
Los estudios no han encontrado consecuencias devastadoras a largo plazo para los recién nacidos que pasan por abstinencia. Estos niños tienden a rendir pobremente en la mayoría de las evaluaciones de salud y socioeconómicas, pero no está claro si es el resultado de las drogas en sus sistemas al nacer o su subsecuente crianza en hogares frecuentemente terribles con padres propensos al uso de drogas.
\”No creemos que tengan retrasos de neurodesarrollo sólo por pasar por abstinencia\”, dijo Leslie Kerzner, director médico asociado de la Guardería de Cuidados Especiales en el Hospital General de Massachusetts en Boston, que rastrea a los niños durante años después de su nacimiento. \”En la mayoría de los niños, el cerebro es muy plástico y se renueva el alambrado, por decir\”.
En las instalaciones de rehabilitación, Ashley Kennedy se preparó para el alta del hospital de su bebé dejando la metadona. Luego de la rehabilitación, planea regresar a casa de su madre en Elkton, donde espera criar a sus hijos lejos de amigos adictos.
Por nueve días tuvo \”carne de gallina\” (en inglés, cold turkey: dejar las drogas del golpe, en vez de hacerlo de forma gradual), una experiencia brutal que esperaba que aclarara su cabeza para la difícil jornada por delante.
\”Así que pasamos por esto juntas esta última semana\”, dijo Kennedy. \”Fue doloroso. Tu cuerpo está dolorido. Los huesos duelen. No puedes quedarte quieta. No puedes dormir. No puedes comer. Estás con diarrea… El cuerpo aún me duele. Mi espalda aún duele. Mis piernas, a veces. Mis rodillas.
\”Pero vale la pena. Plenamente vale dejar todo para estar con mi hija\”.