ElTarotMx

Escritora, tarotista y estrella de tu constelación.

MacArthur Park

MacArthur park

No recuerdo algún instante en donde no hayas estado presente. En mis células, entre mis neuronas, en esos sueños que nos dibujan juntos con una vida casi perfecta.

Incluso cuando te odio, que es la mayor parte del tiempo, porque o te amo o te odio pero jamás me eres indiferente.

Y una vez más apareces burlándote. Yo lamento de forma infinita mi gran ignorancia.

¿Por qué aún no logro borrarte definitivamente?

Descubrí MacArthur Park gracias a Tim Burton y a Beetlejuice. No lloré por el pastel de boda que se echó a perder bajo la lluvia. Pero sí me molesta saber que aún sigues siendo tú.

“The one”…

Después de todos los amores de mi vida,  de innumerables distracciones y de todos aquellos a quienes no me dolería saber sordos o muertos.

Y pasar cada día pensando en si piensas en mí, en si me sueñas como yo te sueño besándome sin remordimiento ni tregua.

Y pensar que a ti no te amé sino como un pretexto para justificar mi depresión juvenil.

Y que los otros no fueron nada excepto maniquíes con que intenté sustituirte sin éxito.

Eres la única constante que logra justificar mi existencia. Sin ti lo soy todo, contigo fui nadie, y con gusto cambiaría cualquiera de mis éxitos por desaparecer entre tus pensamientos para que siempre me lleves bien dentro de ti. No me importa disolverme en el olvido y prefiero que me odies a que no te importe el que yo sea tan feliz, mas nunca feliz  contigo…

ElTarotMx

Abrí la página web de mi negocio de lectura de cartas de Tarot y de ángeles y arcángeles:

ElTarotMx.com

Y por cuestiones relacionadas con mi oficio actual, escribiré ahí.

Aquí pues… No sé. Aquí tal vez no escriba si no es sobre el acto mismo de escribir.

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia (I)

Escribí un artículo sobre la reacción de gordofobia que han generado las fotografías de la actriz mexicana Michelle Rodríguez para la revista Marie Claire.

Bueno, eso de “escribir” es un decir, ya que la mayoría de mis artículos y publicaciones de Blog en realidad se los dicto al reconocimiento de voz de Google en mi teléfono Android.

La euforia a favor y en contra de las fotografías de Michelle Rodríguez vino muy al caso con lo que publiqué aquí sobre el sketch de Mr. Creosote (Señor Creosota) de Monty Python.

Iré desarrollando el tema, que da para largo (y para ancho), pero no aquí sino en…

tararará…

Le envié mi artículo sobre Michelle Rodríguez a Keshava Quintanar Cano, amigo de publicación de Fantasiofrenia II, antología del cuento dañado. Quería ver si de casualidad podría colarme en el siguiente número de la revista Pulso CCH Naucalpan

Y pues adivina adivinador quién estará estrenando su columna semanal de La Niña TodoMePasa =)

Me siento tan agradecida con esta oportunidad de volver a escribir, o más bien de dictar, para un público estudiantil. Tanto que decir, y tan rápido que puedo hacerlo gracias a la tecnología actual.

Sí ha sido complicado editar mi blog en el Chrome de mi teléfono. Pero mientras exista el plugin de editor clásico (contra el asco de editor en bloques) de WordPress, yo feliz.

La maravilla del reconocimiento de voz

Tengo una laptop relativamente nueva que le dieron a mi esposo en pago de algún servicio legal. No la utilizo pues la interfaz de mis páginas web no se despliega sin que el sistema completo colapse.

Hace ya unos años me acostumbré a utilizar el reconocimiento de voz para todo. En mi último empleo formal hice cantidad de traducciones exprés gracias al reconocimiento de voz de Windows, que no es tan bueno como el de iOS.

El reconocimiento de voz de Android es bastante bueno y lo utilizo tanto para contestar mensajes en WhatsApp como para documentos en Word, artículos y entradas de Todomepasa.com, etcétera.

La conveniencia no significa que todos estén dispuestos a evolucionar con la tecnología. Una persona decía que prefiere enviar audios que usar reconocimiento de voz para enviar textos. Y una amiga, que se burlaba de mi reticencia a hacer compras en línea por los fraudes, dice que no piensa dictar un libro sino escribirlo usando sus manos como en los siglos pasados. Pues bueno.

Sobra decir que este texto lo acabo de escribir en cuestión de minutos usando reconocimiento de voz.

Friends, lovers, and the Big Terrible Thing

Friends, lovers and the Big Terrible Thing - Matthew Perry

Es el libro de memorias de Matthew Perry. Matthew Perry es mejor conocido por su papel como Chandler Bing en la sitcom de Friends.

No soy super fan de Friends. Vi las diez temporadas, o la mayoría de la serie, porque repetían los capítulos de forma incansable en Warner Channel. Luego de leer Friends, lovers, and the Big Terrible Thing en el Kindle, tengo ganas de verla. Pero no está en Netflix (bu).

Me gustó este libro. Mucho más que I’m glad my mom died, de Jennette McCurdy. A fin de cuentas ambos son memorias de celebridades de Hollywood. Ambos superaron y siguen luchando contra problemas de salud mental exacerbados por la presión de tener fama internacional. Solo que el libro de Matthew Perry lo leería de nuevo con todo gusto. El de Jennette McCurdy, la verdad es que no. Tal vez sea por el tema del libro que me hizo enfadar tanto. Y como que no le agarré mucho a su sentido del humor a pesar de que me gusta el humor negro.

En cambio, Friends, lovers, and the Big Terrible Thing me hizo llorar y reír de forma indistinta. Me identifiqué con la ausencia paterna, la soledad, el sentido de incomodidad permanente. Y encontré por lo menos dos frases digas de memorizar:

¿Disculpa? ¿Fuiste a caminar y dejaste de beber? He gastado más de $7 millones tratando de estar sobrio.

-Matthew Perry.

Un coma de catorce días hace muy simple dejar de fumar.

-Matthew Perry.

Es un libro bastante crudo pero muy divertido.

Un sentido del humor sumamente inteligente. Lo más seguro es que pronto lo leeré de nuevo y me seguiré riendo igual que la primera vez. Muy recomendable. Lo leí en inglés, sin grandes complicaciones por el vocabulario y con la ventaja de que puedes subrayar las palabras en el Kindle para una traducción inmediata.

Y voy a buscar todas las películas de Matthew Perry que estén en Netflix. Y sí, claro que tengo ganas de ver Friends de nuevo.

Me alegro de que mi madre haya muerto, reseña – Jennette McCurdy

Jennette McCurdy en el escenario, presentando su libro "Me alegro de que mi madre haya muerto" en un auditorio lleno, con el público aplaudiendo. Reseña del libro. Jennette McCurdy on stage, presenting her book "I'm Glad My Mother's Dead" to a packed auditorium, with the audience applauding. Book review.

Reseña: “Me alegro de que mi madre haya muerto”, de Jennette McCurdy

Read this text in English: I’m glad my mom died, review – Jennette McCurdy

Jennette McCurdy, conocida por sus papeles infantiles y preadolescentes en iCarly y Sam & Cat, de Nickelodeon, ha lanzado un libro de memorias que en verdad ha causado revuelo global: “Me alegro de que mi madre haya muerto” (I’m Glad My Mom Died).

Aunque confieso que nunca fui fan de sus personajes, la noticia de este libro me generó una curiosidad inesperada. ¿Una actriz que no quería ser actriz? ¿Y que, además, renunció a la actuación por vergüenza? Mi sorpresa fue mayúscula.

La Búsqueda y la Curiosa Odisea del libro

Cuando “I’m Glad My Mom Died” salió en preventa, en inglés, el precio me detuvo de inicio. Decidí esperar a su lanzamiento oficial en Amazon, pensando que sería una compra sencilla. ¡Qué equivocada estaba! El libro se agotó en menos de 24 horas, convirtiéndose en un best-seller mundial. Finalmente lo compré, aunque con una espera de seis semanas. Lo curioso es que, en esa misma compra, añadí “A Course in Miracles”, de Helen Schucman, libro que me intrigaba y que también tuvo su propia aventura para llegar a mis manos, aunque en edición de bolsillo y en inglés.

Mi Ejemplar Perdido y el Reencuentro con la Lectura

Mi copia de Amazon jamás llegó. Recibí un correo: “se perdió”. ¿Perdido? ¡Increíble!

Una persona me obsequió un Kindle, lo que me permitió finalmente leer el ansiado libro gracias a otro amigo que “se aseguró” de que lo tuviera en inglés y en español no oficial (traducción automática).

Lo leí en inglés y terminé en un lunes por la mañana, arrepentida de la desvelada, pero feliz de retomar el hábito de leer por gusto.

Después de un tiempo alejada de la lectura por diversas razones, este libro fue el detonante para volver a sumergirme en historias, aunque eso implicara adaptarme a formatos en inglés que, a veces, me resultan un desafío por la puntuación.

Una Reseña Honesta

Ahora, ¿es tan bueno como dicen? Es un libro decente, sí, globalmente alabado y su autora ha sido reconocida por la revista Time. Como biografía, cumple. Pero no es un libro que volvería a leer. Su humor, al igual que el personaje de Sam Puckett, no conectó conmigo del todo.

No pretendo menospreciar la lucha de una superviviente de abuso infantil, y no dudo de la crudeza de sus experiencias. Simplemente, mi perspectiva fue diferente. De hecho, me alegra que Amazon me haya reembolsado el dinero.

Reflexiones Personales y la Maternidad

Aunque no me dé gusto que su madre haya fallecido (pues merecía enfrentar las monstruosidades que hizo), el éxito de Jennette McCurdy me alegra enormemente. Y debo admitir que me hizo reflexionar profundamente sobre mi propio rol como madre.

¿Ser amiga de mi hija? Definitivamente no.

¿Seguir llamándola “Bebé”? Lo evitaré.

¿Inscribirla en actividades que no le interesan, como ballet o piano? Mejor que siga dibujando, que es lo que le apasiona.

Y la idea de llevarla a una agencia de modelaje o de sugerirle a mi sobrino que sea actor… ¡descartado por completo!

Prefiero que mi hija disfrute su infancia plenamente, sin presiones ni imposiciones. Mi prioridad es protegerla y permitirle ser quien quiera ser, sin dictar su vida ni imponerle mis intereses. Al final, ¿qué más da si no es bailarina, concertista o gimnasta?

¿Ya lo leíste? ¿Qué te pareció?

Soñar contigo

Soñar contigo

Soñar contigo es inútil.

Soñar contigo es intrascendente.

Porque al soñarte vuelvo a sentirte, y vivirte de nuevo no me hace el mayor bien.

¿De qué me sirve tenerte un instante si tu compañía se irá mañana? Prefiero recordarte cuando estoy despierta, dejar que mis ojos desborden por tu ausencia, y percibirte en cada latido, en cada bocanada de aire que le robo al planeta. ¿Acaso dejaré de lamentarte si llevo a cabo mis fantasías de fuga eterna? Lo dudo, pues entonces serían otros quienes sueñen conmigo por siempre. Se verán obligados a gastar sus ahorros para discutirme con un terapeuta.

Soñar contigo no cuesta. Al menos no monetariamente. Pero es un lujo que no debo permitirme, porque vuelvo a estar triste cuando me encuentro con tu almohada vacía. Tu cobija intacta que ya no huele a ti.

Hace tiempo que prefiero el mundo real. Aún sueño despierta, pero soñar contigo no tiene caso porque te fuiste a un lugar del que no podrías regresar ni por más que quisieras.

Ojalá poseyera alguna chispa de magia. Que hubiera algún curso de milagros para aparecerte de la nada. Si tan solo hubiera tenido de esas manos que curan…

Hoy soñé contigo. Tenía que hacerte pasar a través de un agujero en el suelo, pero mis brazos no aguantaron tu peso y te dejé caer. Y moriste. Moriste otra vez. Tenías el mismo rostro congelado de cuando bajaron el cierre de tu bolsa negra.

Desperté a las 3 de la mañana y ahora no puedo dormir. A veces prefiero no hacerlo. Sí que lo intenté, más melatonina disolviéndose en mi lengua, pero la idea de tu segunda muerte se quedó en mi cabeza para atormentarme. Ya no quiero sufrirte. Tampoco quiero atarte a un plano al cual pertenecías.

Descansa pronto en paz.

Gaslighting

gaslighting

Gaslighting

Soy el paraguas de Britney. La Reina Isabel hace pocos días. Julian Lennon quejándose de John. Paul McCartney destruyendo Beatles. Una Yoko más para incontables odiadores.

Estoy triste.

Estar deprimida sería chantaje.

Gaslighting. Los otros afirman que es mentira. Psicólogos, adivinos y médicos. Tanatólogos que dictan sentimientos ajenos.

La Ministra de Inglaterra comenzó labores apenas dos días antes de la muerte de Isabel. La última foto mostraba de pie a la Reina. Con bastón, pero bien plantada en la Tierra.

Y lloré. Sería chantajista quejarme de estrés.

Gaslighting. Tuve que decir que lloré por la Reina.

Me vi obligada a discutir la historia sin fin otra vez. Dije no, no, no quiero, ahorita no. Contigo no en este momento.

¿De cuántas formas se ruega el respeto?

“Si a tu edad necesitas terapia”… Indícame entonces cómo procesar un duelo.

Llegó una tarde feliz de sushi. Enfermó de covid. Con el coronavirus se fue hace mes y medio. Un médico me recordó que el duelo dura seis meses.

No quiero sertralina recetada para dormir. No sufro anhedonia ni me falta libido.

Prefiero desahogarme con Amélie, Vaselina o El gran pez. Pero muerdo mi lengua para no irme tras La Nada cuando me patean estando ya en posición fetal.

El dolorcito de pecho es gaslighting. Eres tan gaslighting. ¿No entiendo por qué es tan sensible alguien que predice muertes?

Me consuela la fantasía de que me lleve La Nada. Me dio risa Cúneo brindando con champaña. Pero hace mes y medio fallecieron Lupita, mi tío Rafael Canseco, mi tía Miriam Rojas, y la otra abuela de mi hija. Solo le queda una, y su abuelo paterno.

¿Cómo se “elabora” un duelo? ¿Transitas pasivamente por negación, culpa, enojo y todo eso?

Ay, ay. Pobrecita víctima. Cumple tus labores diarias. Mejor ni menciones lo que no se habla.

El peor año

El peor año

El peor año: 2022

El consenso general es que el año 2020 fue el peor año.

Yo digo que no. El peor año de todos, hasta ahora, es el actual. 2022.

En 2020, debido a la inesperada aparición del estúpido coronavirus Covid-19, fallecieron cantidad de personas a nivel mundial.

La OMS por fin se dio el lujo de declarar una pandemia, misma estrategia que intentó fallidamente luego de la aparición de la influenza AH1-N1 por allá de 2008. En lo personal sí conocí gente con dicha influenza que relata historias de horror, pero sigue aquí.

2020 fue el caos total. Sin vacunas, mandato de encerrarnos durante al menos dos semanas (que fueron 3 meses) en casa, aunque uno tenga que salir por leche y tortillas, etc.

Y luego comenzaron las muertes.

Me enteré del fallecimiento de Omar Mariscal Rodríguez por un grupo de WhatsApp. No conviví con él excepto una vez que (creo) fuimos al cine (yo de chaperona) a ver Sexo, pudor y lágrimas.

Se perdió el contacto porque él era de los populares, “parte fundamental de nuestra generación”, mientras yo era no de las impopulares sino de lo que le siga p’abajo. Fue triste saber de la muerte de alguien con quien conviví, no mucho debido a las circunstancias, pero sí que fuera de mi edad y que dejó hijos.

Creo que después fue Eleuterio García. Tengo medio borrada la secuencia de los hechos de aquel entonces. Tenía poco de haberme contactado, fue uno de mis amigos en uno de mis primeros despachos de seguros. La pasamos bien, cotorreando, yendo al billar con toda la banda. De mis mejores épocas.

Me contactó, intercambiamos un par de palabras, y luego me enteré por mi mamá, que había retomado también contacto laboral, que se fue dejando un hijo. Creo que era un año más chico que yo.

Y los tíos políticos.

Como no tuve padre, porque el sujeto estuvo ocupado, mi familia paterna fueron los Montalvo. Mi tía Tere se casó con Miguel. Y estuve en innumerables ocasiones en las fiestas de los Montalvo, quienes siempre me trataron de lo mejor.

No recuerdo si primero fue el tío Gil, hermano de mi tío Miguel. Hasta aquí no había vacunas, ni para Omar ni para Eleuterio, ni para la familia de mi tío. Gil falleció luego de un mes “sin cuidarse” una pulmonía, y eso de “cuidarse” entre comillas porque uno tiene que trabajar.

Fue algo muy triste porque lo internaron en no sé qué “hospital boutique”, y definitivamente lo tuvieron vivo con nuevos tratamientos de los cuales mi prima Alexa nos iba contando. Cada día hospitalizado eran al menos cien mil pesos a la cuenta. Falleció mi tío Gil, la deuda quedó en cinco millones de pesos, y no supe más.

El peor año… ¿Casualidad?

Y luego mi tío Lalo Resillas, también por covid antes de las vacunas. Aquí fue que un día antes de su fallecimiento, y del de Gil, me senté a pintar cosas horribles con acuarelas, y días después llegó la mala noticia. No he vuelto a tocar pinturas.

Además, no recuerdo si sobre Gil o Lalo, pero le dije a mi mamá que iba a morir. Y así fue.

¡Y llegaron las vacunas!, diría la Peliteñida.

Todos con tres dosis, y todos felices. Mi hija con una dosis por ser pequeña, y el gobierno nos hizo el favor de vacunarla con una organización de la mierda. Sospecho que me contagié en la vacuna de mi hija, en mi vida vi tanta gente hacinada.

Llegó mi mamá con mi abuela a vivir a León. La intención era ayudarlas, ya que ella no puede atenderla sola. Duró un mes aquí. Vi claramente las señales de que ya se iba (dormir mucho, no comer, etc), amén que las cartas me dijeron que pasaría luego del cumpleaños de Aranza. Pasó luego del cumpleaños de la mejor amiga de Aranza.

Vino un médico internista que Dios lo perdone. Dijo que ya estaba terminal, que no la hospitarizáramos, etc. Jamás se le ocurrió descartarle covid. Mi abuela se quedó dormida un jueves, el viernes vino el farsante este, sábado mi esposo e hija se fueron a la fiesta de Sofi, y mi mamá y yo no hicimos más que estar ahí, leyendo textos de Allan Kardec sobre el desprendimiento del alma del cuerpo físico, y oraciones. Se la llevaron el lunes, todavía dormida, con baja oxigenación. En el hospital nos dijeron que era covid. Pasó su última semana aislada y dormida.

El lunes 25 de julio.

El Hospital Regional 58 llama a mi mamá, que fuéramos por unos informes. El informe era que mi abuela falleció a eso de las 10 de la mañana. Y una mierda: prefiero que me digan por teléfono que mi familiar ya falleció, a llegar corriendo con falsas esperanzas (primero nos dijeron que estaba estable y que ya la darían de alta, pero ahora vemos que estas mentiras son parte de protocolo).

Hablarle a la funeraria, papeles, trámites. Lo más terrible fue cuando reconocí el cuerpo y toqué brevemente su lunar izquierdo, la piel helada, su carita congelada. La carroza se la llevó directo a cremación.

El viernes 29 de julio, 4 días después del fallecimiento de mi abuela, se fue mi tío Rafa. Fue parte fundamental de mi infancia. Era el esposo de mi tía Chivis, la sobrina favorita de mi abuela.

Tengo muy borrado el casete de lo que ha sucedido en este último mes.

Pero la mamá de mi esposo falleció el lunes 8 o martes 9 de agosto. Y mi tía Miriam un par de días después.

Creo que ya ni siquiera fueron 4 fallecimientos en la familia durante 19 días. Creo que fueron 16 días o así. Seguramente conté mal todo. No sé ni en qué día estoy. Pero a ver quién tiene las agallas para decir que este no fue el peor año siendo que tuve 4 fallecimientos cercanos, que recién falleció el papá de mi amiga Mariné, y que ya no supe quién más falleció del círculo de mi mamá.

Termino este artículo con ninguna recomendación de ni madres. Cuidarse, quererse, aprovechar el tiempo… Bla bla bla. Sigo buscando un motivo para que haya habido cuatro fallecimientos en tan poco tiempo. Si las casualidades existieran, entonces la magia y la ciencia no servirían de absolutamente nada.

¿Cómo pudo ser malo el año 2020, inicio del covid-19, cuando todavía no había vacunas? ¿Cómo pudo ser “peor” que 2022, cuando todos teníamos nuestras vacunas en regla? ¿Los muertos son un parámetro confiable?