Dicen que soy depresiva. Que soy deprimente porque estoy deprimida. Dicen que soy hormonal, una reina del drama, que no llegaré a cumplir cierta edad. Que no tengo el menor talento. O que tengo demasiado pero lo desperdicio en cuestiones absurdas.
Dicen que es culpa de mi padre.
Que mi progenitor no me quiso, que por mí ni un centavo pagó. Que me rechazó desde siempre, que bebía y que golpeaba y vendió mi alma a los reporteros. Que se jura orgulloso de mí aunque jamás me crió. Que en realidad se avergüenza de ciertas cosas que he hecho para mantenerme despierta. Que le importó más su segunda familia, la tercera, todos los demás hogares que formó por ahí. Dicen que me gusta el alcohol. Que no tengo inconveniente en drogarme. Que bebo dos litros de vodka como agua del día. Que finjo trastornos para que me receten, para que médicos anónimos me dopen. Que cualquier nuevo rico puede rentarme por ratos para presumirme.Dicen que soy depresiva por culpa de mi madre.
Que me hipersexualizó desde niña, que a través de mí resolvió sus represiones. Que me llenó la cabeza de celebridades y mentiras, que me entregó a un pedófilo para vender la exclusiva de la esposa adolescente.Dicen que es culpa de mi aún pareja.
Del hombre que perdió familia, carrera e hijos por hacerse cargo de una conflictiva de dulces dieciséis. Dicen que comió de mi cuerpo, de exhibir mis implantes junto a un par de modelos cadáveres. Dicen que no fui más que un culo fresco que con gusto corrompió.Dicen que soy depresiva a causa de la fama.
Porque de niña me gustaba bailar y cantar, pero ya no. Mis papás aún me obligan, como cuando me hice mujer en un set de televisión. Un juez me declaró incapaz de encargarme de mis finanzas y de mis bebés. El tipo que me embarazó solo estira la mano exigiendo pensión. [caption id=\"attachment_2414\" align=\"aligncenter\" width=\"723\"]