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Otros tiempos

Otros tiempos Eran otros tiempos cuando teníamos todo al alcance de nuestras manos.  Éramos jóvenes, guapos, exitosos, atléticos. La vida era una fiesta, Dios nos favorecía.  De vez en cuando algún extraño nos  decía cuánto nos admiraba, y los amigos  no hallaban qué más regalarnos porque teníamos todo al alcance de nuestras manos: un arsenal de venenos anímicos, botellas de vitaminas melosas o histéricas pero jamás aburridas, revistas de moda con nuestro nombre perdido en algún pie de foto. Gente que no recordamos nos buscaba para ser …

Si estás pensando en suicidarte

Distimia. Jéssica de la Portilla Montaño.

Si estás pensando

en suicidarte

Ilustración y texto:

Jéssica de la Portilla Montaño.

 
 

Si estás pensando en suicidarte

debes saber:

No existen motivos

para

Si realmente lo deseamos

nadie más puede impedírnoslo.

¿Crees que el dios que te abandonó en la Tierra

te admitirá en su gloria del cielo?

 

No existe una razón para estar aquí.

No existe un solo motivo

auténtico, inmutable, poderoso

que nos obligue a seguir aquí

aguantándonos a nosotros mismos

y obligando a terceros a soportarnos.

 

¿Entonces?, te preguntarás:

¿Para qué chingados estamos aquí?

¿Para qué nacemos, crecemos, nos reproducimos

si al final nos convertimos en polvo?

Si estás pensando en suicidarte

debes saber la verdad:

 

No existe un solo motivo por el cual vivir.

Hay que inventarlo.

Eso es todo.

 

Hay que despertar a diario

(si es que logramos dormir)

e inventar un motivo

un solo y simple motivo

que nos obligue a levantarnos

asearnos, alimentarnos un poco.

Algo que nos haga mover un dedo

para encender la tele y no jalar el gatillo.

Cada minuto, segundo y hora

de cada día

sacar un Joker de la manga

cualquier cosa mínima

que nos haga sonreír.

Una pinche risita

aunque nos sepa salada.

(Hace poco leí o escuché

no recuerdo dónde o por qué

que cierto suicida sin nombre

escribió en su clásica nota

que no saltaría del puente

si durante el camino

un solo extraño le sonreía.

A que no adivinas qué pasó…)

\"Distimia.

Si estás pensando en suicidarte

es necesario que sepas

que no eres el primero

y que no eres el único.

 

Pero qué novedad, ¿cierto?

 

El matarte o el pensarlo no tiene nada de especial.

Lamento decirlo: EMOs y góticos nos mintieron.

El desechar tu propia vida no te hace original.

Aun si te crees nada o nadie

después de matarte te convertirás en algo, sí:

en un pinche

asqueroso

e inútil número.

Eso es todo. No hay más.

 

Si te matas en este momento

o mañana, o el mes siguiente, o dentro de equis cantidad de tiempo

pasarás de sentirte un cero a la izquierda

a convertirte en una estadística nula

en una triste cifra de la que pocos se enterarán.

 

Si estás pensando en suicidarte

o en hacerte daño de cualquier modo

serás solo uno más.

 

Uno más.

Y ya.

Solo uno más que no lo logró.

Serás otro que no sobrevivió a sí mismo

o a lo que sea que haya sufrido de bebé, niño, joven o adulto.

Otro que no superó el abandono paterno

(o materno, mucho menos común)

o el rechazo de sus propios hijos.

Uno más de la lista de los molidos a golpes.

Otro con historial indeleble de abuso sexual

de incesto

de violación a su dignidad.

Otro, solo otro

que no aguantó golpes o burlas

el bullying de compañeros y/o profesores de escuela.

 

Si estás pensando en suicidarte

serás otro que murió por amor

por alguien que está coleando y vivito, amando a tu sucesor.

Serás otro que prefirió cortar con un arma

la piel que otro amorataba.

 

No:

Esa copa de alcohol no te salvará. La botella entera tampoco.

Ni la marihuana recreativa o medicinal.

Ni las “drogas duras”.

(Puede que te ayuden un poco los ansiolíticos

antidepresivos reguladores varios, como el litio

con receta y supervisión.)

(Puede que sí te ayude tomar terapia

comer bien

hacer ejercicio

leer, escribir, pintar

jugar futbol soccer

lo que te ayude a llegar a esta noche.)

 

Si estás pensando en suicidarte

serás solo una de las miles de millones de personas

que lo han considerado cuando menos una vez.

Puede que seas de las cientos de millones de personas que sí lo intentaron

(apenas un puñado lo acepta).

Millones lo han logrado.

¿En serio quieres ser uno de tantos

de esos sin nombre

que no alcanzaron a disfrutar su último, macabro, poco presumible éxito?

(A menos que seas reencarnación de Kurt Cobain

o de Sylvia Plath

o de alguien por ese estilo.)

 

Si estás pensando en suicidarte

solo por hoy quédate aquí

conmigo

para que no te lamente.

Solo por hoy mira a tu alrededor.

Yo voy a estar aquí.

Solo por hoy acariciaré a mis dos perros mientras recuerdo a la que murió.

Solo por hoy decidí ir al parque para correr tras un balón de diez pesos y bañarme de puro sol aunque el invierno me opaque.

Solo por hoy agradeceré por quienes me mandaron a casa de mi querida vecina la chingada.

Solo por hoy contaré a las veinte personas que aún me acompañan y en las máximo cinco que están siempre, incondicionalmente sin importar lo que haga, diga, escriba, sienta o piense.

Solo por hoy te pediré que recuerdes que no estás solo.

Yo estoy aquí contigo siempre.

Siempre.

Llámame. Escríbeme. Visítame. Envíame una foto. Sonríeme.

Hazme reír otra vez y otra otra…

O llama a alguien de confianza

o a una línea telefónica gratuita

de prevención del suicidio.

No estás solo.

Amigos imaginarios: Este es mi sueño recurrente

Amigos imaginarios: Este es mi sueño recurrente (Continuación)  

Lee la primera parte aquí: 

http://www.todomepasa.com/2017/08/sueno-recurrente.html

  Un día cualquiera del mes de diciembre, poco antes de las vacaciones, Berenice y papá subieron a un taxi de sitio. Berenice iba retrasada para ir a la escuela, y el chofer había llevado el automóvil chocado al taller. Alguien tenía que ocuparse de que la preadolescente (prepuberta, se llamaba a sí misma) cumpliera sus pocas, poquísimas obligaciones. Papá y Berenice no se dirigían la palabra. Clásico, superclásico en ellos. Ninguno recuerda por qué había sido la última pelea: Demasiadas horas facturadas por el recién lanzado servicio de internet. Antes se pagaba por hora, sin contar que uno se conectaba vía llamada telefónica. ¿Con quién hablas tanto tiempo?, preguntaba papá. Con mis amigos imaginarios, decía Berenice. Papá sonreía pues, sí, era “lo normal”. Berenice nunca tuvo con quién hablar, así que siendo pequeña se inventó dos o tres amigos para entretenerse. Cuando yo aparecí en escena, Berenice me llevaba demasiados años de edad.

A Berenice le gustaba jugar Turista Mundial.

No el de Disney, tampoco el Monopolio: El Turista azul, el de los billetes grises de cinco pesos, azules de veinte, rosas de quinientos. Le gustaba abrir la caja y contar los mil quinientos pesos que cada participante necesitaba para comprar. Desde Estados Unidos de América hasta Inglaterra, cuatro aerolíneas, evita Groenlandia y la cárcel, procura caer en Oceanía. Más las casillas para tomar una carta o un telegrama. Papá compró varias versiones actualizadas del Turista. Berenice tiró cada caja en el bote de la basura. ¿Correos electrónicos en vez de telegramas? ¿Moldavia, Lituania y Letonia en lugar de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? El juego era lo de menos: así se tratase de dominó, parkasé o serpientes y escaleras, Berenice siempre jugaba por dos. Bien pudo haber jugado con alguien más, no sé, alguna de las varias muchachas que trabajaron por ratos en el departamento de papá. Pero a ella le gustaba tomar al menos dos fichas y fingir que era su propia gemela. Ya no recuerda quién era la gemela buena y cuál la malvada. Entonces llegué yo. No éramos gemelas, pero nuestro papel como la hermana buena o la hermana mala en cuestión de meses se definió.
Continuará.
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Sueño recurrente: Amigos imaginarios

Desde niña tuve un sueño recurrente: Volar sin alas luego de correr para tomar impulso y dar un salto enorme… Entrar a cualquier estación del Metro, ir a la taquilla para pagar los dos pesos de mi boleto, recorrer el andén lleno de globos y de payasos que me invitan a conducir el convoy siempre y cuando no abra los ojos, al fin el transporte ya ha sido programado por geniecillos en computación que con algoritmos incomprensibles pretenden evitar accidentes causados por negligencia humana… Lo mejor de todo es que el Metro que yo conduzco termina volando, primero gracias a imanes que lo hacen levitar, después por mi mero deseo de escapar de un túnel oscuro. El sueño que más recuerdo, y que me ha perseguido por años, tiene que ver con ardillas moradas. Un montón de ardillas moradas que me siguen a todas partes, así como a Homero Simpson y a otros personajes de caricatura se les aparecen de pronto un Homerito blanco y muy bueno, vestido de ángel navideño con poco presupuesto, y un Homerote rojo y negro, con sus infaltables cuernos en la frente y una larga cola terminada en triángulo. Las ardillas van detrás de mí todo el tiempo, sin importar lo que yo haga o piense. No sé cuándo comencé a verlas, a imaginarlas o lo que sea. Las primeras noches –o bien: los primeros días, porque en mis sueños generalmente hay luz solar, o un arco iris o más estrellas que en cualquier video de la web de la NASA– me hablaban todas al mismo tiempo: “Haz esto. No hagas lo otro. Sonríe. Quieta. Cállate. Di algo. ¿Estás segura? Te tomas la vida demasiado en serio”.

Llegué a temerle tanto a esas malditas ardillas que preferí dejar de dormir. Adiós a mis sueños.

Investigué en internet, mi niñera favorita, y ahí descubrí que en la farmacia podía comprar sin receta aspirinas con cafeína…
Continuará.
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Recuerdos: Una chispa de nostalgia en la inmensidad virtual

Una chispa de nostalgia en medio de la inmensidad virtual Cuando tenía quince años, tal vez uno más tal vez uno menos, me gustaba llegar del colegio y encender la computadora. Bajaba miles de imágenes tuyas, el fotolog de tu novia era mi página de inicio. Recibía automáticamente toda actualización en el correo. Y pasaba horas buscando tu nombre en distintos portales, copiando poemas con seudónimos desconocidos… Y pensaba que no podía haber otra niña en el mundo ni la mitad de enamorada que yo. Nadie comprendería todas esas “cosas” que sólo tú me hacías sentir. Pero las horas se hicieron días y estos se convirtieron en meses. De pronto crecimos. Y ahora no sé si estás perdido en alguna telaraña de internet. Yo dejé de escribir tu nombre luego de regalarle tu recuerdo a cualquier desconocido. Un amor imposible no es único y tú eras especial porque yo te hice así, me gustaba la nostalgia con que decorabas mi vida. La verdad es que nada gané pero tampoco perdí. Estamos a mano a fin de cuentas. Muchas IP anónimas leen estos caracteres sin preguntarse para quién han sido redactados. Pero no olvides que poblé el mundo con personajes ficticios para que algún día nos extrañaras. Todo esto existió solamente para ti, ¿puedes creerlo? La diferencia es que ya a nadie le interesa saber quiénes fuimos ni quiénes somos.


 

Más que recuerdos, este texto es parte del respaldo de este intento de blog.

Según mi horroroso archivo de base de datos sql, lo publiqué aquí en TodoMePasa.com el 11 de diciembre de 2007. Lo publico ahora con la palabra \”Recuerdos\” porque, sí: Yo sé que le puede traer algunos recuerdos, gratos o no, a una o dos personas que lean esto. Probablemente también le traería algunos recuerdos a la persona que inspiró estas líneas… Pero por más que hago memoria de aquellos días, no logro descifrar a quién se lo dediqué. Verdad de Dios que no tengo idea. En realidad lo que me gustaría saber es con qué imagen lo ilustré… Y como sigo sin saber cómo subir aquí mi fabuloso archivo de sql, estaré publicando de vez en cuando algún texto de antaño.]]>

Sueños de una darketa: La saga continúa

Sueños de una darketa: La saga continúa

Un cuento de Jéssica de la Portilla Montaño.

  Hoy desperté con la increíble noticia de que mi suegra murió hace unas horas de un ataque al corazón. Me conmoví hasta las lágrimas, pero no por ella sino por el glorioso futuro que ahora vislumbro, los sueños de opio como decía mi ex amiga: Mañana mismo estaré instalada en la casa de mi novio. Y, claro: dormiremos en el cuarto de mi suegra. Fornicaré con su hijito en la misma cama en que ella le cerraba las piernas al ex marido. Para asegurarme de que esto dure muchísimo tiempo, a mediodía iré al ginecólogo: adiós dispositivo intrauterino. Mi primogénito llegará en nueve meses, antes si se puede. Tendremos tres niños que serán malcriadísimos. Pintaré de negro mi nuevo hogar. Mi novio deberá abandonar su burgués empleo para dedicarse a mí y a mis hijos y a ensayar con la banda. El resto del tiempo fornicaremos sin descanso, porque quiero tener muchos hijos: ya no tres sino mínimo cinco. La vieja vivía en la miseria (¿Por qué es más barato el alcohol que los alimentos?, preguntaba cada que organizábamos una reunión). Pero, quién lo hubiera dicho: en el testamento salió que era dueña de varios terrenos. Cuando supo que su hijo me dio un anillo de compromiso, la muy bruja comenzó a ahorrar cada centavo con la esperanza de mandarlo a Dinamarca o Noruega a terminar la universidad… Cómo me encantaría restregar en su arrugada jeta que ahora YO y nadie más seré la “dueña de sus quincenas”, ja ja ja: sólo por eso lamento que la arpía esté más muerta que un pollo rostizado. Dejaré que mi cabello crezca hasta la cintura, y convenceré a mi novio de hacerse unas rastas. Llevaremos a nuestros niños a los Festivales Oscuros para que el mundo sepa que somos papás cool. Cada día iremos al Tianguis del Chopo a cambiar discos; por las tardes, unas chelas con la banda. Convertiré el jardín en un gran plantío de marihuana que ni en sueños imaginamos. Nuestros amigos lo agradecerán. Andaremos desnudos por el patio, la música a todo volumen. Mis hijos no irán a la escuela. Nadie nos prohibirá hacer lo que nos venga en gana. Veremos televisión de paga, “televisión de calidad”. Fiesta cuando la ocasión lo amerite (léase: todos los fines de semana). Aprenderé a tocar la batería y me desharé de lo que recuerde la existencia tan vana de esa perra malparida. Y cuando mi novio y yo nos hartemos de nuestra vida anárquica, en unos quince o veinticinco años nos reintegraremos a la sociedad. Eso sí: hoy mismo aprenderé a bailar zapateado para retozar sobre la tumba de mi queridísima suegra. ¿Cómo puedo agradecerte por haber muerto?]]>

Kylie Jenner mató a Kim Kardashian

Kylie Jenner era esa dulce niña, blanca como Blancanieves, rica como Cenicienta después de casarse con el príncipe. Creció a la sombra de Big Brother, siendo observada veinticuatro horas al día. Daño colateral por ser media hermana de la mujer más fotografiada del planeta. Kim Kardashian fue un video amateur antes de ser fotografía. Dio a conocer primero lo más íntimo de sí misma, lo más revelador y lo más monetizable: Su cuerpo. ¿Acaso existía otra cosa? Demostró que sí, que existía más que eso. Logró exponer su alma, un supuesto yo verdadero. Se diluyó para ser parte de la hora estelar de Canal E! y sus anunciantes. Hace unos años Kim Kardashian estaba en todas partes. Fue más googleada que su amienemiga Beyoncé. Más que Rihanna. Más que otras como Rita Ora que también jugaron a ser artistas para luego desaparecer. Para ser olvidadas, para ser revividas únicamente en función de la ropa que visten o de con quiénes son captadas. Kim Kardashian prestó su voz para algunas canciones. Apareció en portadas de revista. Fingió pocas lágrimas cuando perdía algún pendiente de diamantes. Se preparó mentalmente para ser violada por unos ladrones. La voracidad de internet y sus navegantes destronaron a Kim Kardashian. Una versión casi idéntica pero mucho más joven. Una niña dulce y blanca como Blancanieves que se maquilla hasta exterminar sus pecas. Una versión casi idéntica a Kim pero con más colmillo para hacer bisnes. [caption id=\"attachment_1589\" align=\"aligncenter\" width=\"720\"]\"Kylie Kylie Jenner mató a Kim Kardashian. Gomita asesinó a Araceli Ordaz con sus pestañas postizas.[/caption]

Kylie Jenner aprendió bien, muy bien…

Lo lleva en los genes, por partida doble. Lo lleva en la sangre que algún día inyectará en su rostro. Parte de su estrategia fue un idilio prohibido antes de cumplir la mayoría de edad. Tenía dulces dieciséis, equivalente norteamericano de los felices quince de México, cuando empezó a ser noticia. Labios cambiantes y corazón adolescente. Tyga, veinticinco años, un hijo de la desnudista con quien Amanda Bynes debrayó marihuaneces. En mi vecindario viven incontables Tygas, menos morenos pero más gandallas. Mismo gusto por las vírgenes suicidas. Ya pocos hablan de Kim. Tiene dos hijos, un marido orate, psoroasis, inyecciones de cortisona. Boring. Lo de hoy es googlear a Kylie Jenner, seguirla por Instagram y Twitter. Comprar sus lipkits mate, labiales de ochocientos pesos por pieza. Exhibirse en distintos colores para sentirse un poquito como ella. El estándar de la fama, la mujer de labios gruesos y retos virales, zapatillas de plataforma y ojos smokey, pestañas falsas y sonrisa de: Envídienme, cópienme, ódienme si quieren pero cómprenme, háganme millonaria para seguir pagando: El estándar de la fama, labios gruesos y retos virales, zapatillas de plataforma…]]>