Por qué las mujeres odiamos a Kim Kardashian
Sigue pasando el tiempo sin que a nadie le importen las cosas que se van perdiendo.
Las \”cosas\”…
Decía mi primera profesora de creación literaria, aquella que conocí cuando yo quería ser ingeniera en esa universidad nice que por error me dio beca, que había que evitar el uso de la palabra \”cosas\” porque es simple generalizar.
Vaya que es simple generalizar. Es tan sencillo decir que este blog acaba de cumplir seis años, que alguna vez fue un sitio polémico, que hoy me da igual si acaso alguien cae aquí porque Google le jugó una bromita.
Mentira: me sigue importando el tener una que otra visita. Lo que pasa es que ya no es mi obsesión. Hace tiempo me peleé con la idea de estarle dando reload cada cinco minutos al botón de las estadísticas. Lo que pasa es que hoy escribo una columna en un honorable periódico, lo que pasa es que tal vez ya no tengo nada que decir, o tengo tanto que decir que no tengo ni puta idea de por dónde comenzar. ¿Qué caso tiene confesarle tu vida, sea ésta interesante o de lo más aburrida, a personas que tal vez ni existen?
Llegué tarde al boom de los blogs. Hubo una época en que tooodo el mundo entraba a ver cuál era la última pendejez o genialidad que había posteado tal o cual ciberestrella. Ahora ya nada de eso importa porque el tiempo sigue y, a menos que tengas la vida resuelta con una beca vitalicia por tu hermosa manera de hilvanar el lenguaje español, hay otras cosas que hacer. Lavar el patio trasero porque tu perro caga y orina veinte veces al día (y le encanta hacerlo justo cuando uno acaba de echar la cubetada de Maestro Limpio), lavar los trastes porque hay que lavarlos, bañarte y vestirte y tus dos capas de rímel y el bloqueador para evitar los lunares nuevos que no tendrían que salirle a una morena acostumbrada al sol del Bajío. Hay que encender la computadora y estar pegada a ella aunque ya casi no escribas nada que no sea la plática diaria con tu madre (hay que ahorrar la larga distancia telefónica), hay que registrar lo que comes y el ejercicio que por fin decidiste hacer gracias a tu escaladora nueva, hay que buscar remedios caseros contra el tedio e idear qué demonios escribirás ahora que tienes el privilegio de publicar en un periódico, local o no pero medio masivo a fin de cuentas.
Mientras tanto sigo acumulando fotografías que nunca termino de subir aquí, sigo preguntándome cuál será la tercera novela que escribiré desde cero porque ya me cansé de esperar a que arreglen la pinche computadora personal cuya fuente de poder se tronó en alguna tormenta eléctrica… No sé cuándo le perdí el gusto a escribir cuentos, poemas, \”cosas\” (otra vez la tan genérica palabra) que no tengan que ver con mi acostumbrado yoísmo. No sé si sigo siendo \”ególatra y pretenciosa\” como tanto alegaban dos o tres personas que me leían nada más para buscar con qué joderme en cuanto hubiese oportunidad… Who cares?
Mientras tanto sigo stalkeando de vez en cuando a personas que en su momento lo fueron todo para mí, como amigos o como amores platónicos o malogrados. A las amigas que mandé a la goma o que me abandonaron por imposible pues bueno, me gusta saber que están bien y que andan felices viajando por todo el planeta. A los exes que alguna vez me dijeron las dos palabras más pronunciadas en la historia de la humanidad, y que hoy son felices o aparentan serlo diciéndoles las mismas dos palabritas a la novia o esposa feíta pero que seguro es una chica normal, sin arranques de cólera o de insomnio o de ansias por ser alguien \”importante\”… me da gusto saber no que están bien, sino que a mí ya no me están friegue y friegue, jaja.
Hace tiempo que dejó de importarme el ser alguien \”importante\”. Hace tiempo que dejé de preguntarme si ciertas personitas también me stalkean para ver ahora en qué ando. Hace tiempo que dejó de serme necesario gritar lo estúpidamente infeliz que quise ser durante no sé cuántos años. Hace tanto que le perdí el gusto a inventar personajes que no existen, dejó de interesarme el dejar testimonio biográfico porque, cuando analizas lo que ha sido tu historia, los problemas de hoy terminan siendo insignificantes. Días antes de mi cumpleaños me dio por leer el \”diario íntimo\” que llevaba en archivos de notepad, y así de ufff, ni quien se acuerde de aquella fiesta que entonces califiqué como la mejor de mis noches, ni quien lamente que equis baboso no haya seguido en contacto por el motivo que haya sido. Alguna vez \”denuncié\” en mi blog anterior el haber sido \”secuestrada\” por cierto enano con cara de hobbit que decía querer casarse conmigo, jajaja; y aunque por años le guardé rencor y jureeé vengaaarme de él cuando yooo fuera famosa, sentí lástima al recibir un correo de una chica preguntando si en serio el idiota ése me había secuestrado y si sabía dónde localizarlo para demandarlo por pensión alimenticia. Lo que entonces fue un drama, lo que no podía contar sin querer asesinar a alguien… Ese hecho de mi pasado resultó insignificante comparado con la madre abandonada que localizaba al pendejín ése para que se hiciera responsable por su hijo.
Me alegro tanto de no saber cómo demonios recuperar los textos de todomepasa.com que están en una base de datos de sql. Me alegro tanto. Mi blog anterior sólo era el recuento de una felicidad ficticia, porque cada que quería matarme gracias \”a la nueva golfa de turno\”, yo juraba que mi graaan amor por mi ex \”prometidooo\” podía más que todas esas \”gatas\”, jaja. Cada que me pasaba algo triste, tenía que publicar algo hermoso y triunfal como compensación.
Antes mi vida era un vil subibaja, por no usar la trilladísima frase de \”montaña rusa emocional\”. Hoy estoy bien, contenta la mayor parte del tiempo, trabajando o haciéndome pendeja con cualquier tontería pero tranquila, en general tranquila, ya con menos mierda en la cabeza y tratando de hacer cosas positivas. Si no puedo o no quiero o no me nace escribir \”la gran obra\” que cambie la vida de millones de lectores, estoy contenta de hacer reír a dos o tres personitas que siguen mi columna en El Heraldo y que de vez en cuando me mandan saludos. Aunque ya no escriba nada \”deep\”, aunque mis palabras tal vez pasen desapercibidas a comparación de cuando gritaba con odio lo injusto que era el existir… aunque escribir ya no sea lo único y lo más importante, lo que a duras penas le daba sentido a mi paso por este \”maldito mundo\”… He encontrado otros motivos para estar contenta y para intentar hacer feliz a quienes me rodean. Este año escolar que ya casi termina aprendí mucho de mis alumnos, y el momento en que me sentí más satisfecha de experimentar como docente fue cuando mi niño de nueve añitos dijo que seis doceavos equivalen a tres sextos =)
Hoy vivo lejos de \”la farándula\” del ambiente nocturno, lejos de la \”farándula\” del mundo literario, en una ciudad que me encanta y en la que puedo mantener un perfil bajo, sin remolinos, cuidando del hombre que elegí hace ya veinte años y dejando que él cuide de mí. Tal vez no he hecho nada \”importante\”, tal vez no tenga algún logro que presumir en una guerra de egos tan comunes entre quienes se sienten artistas… Pero hoy, más que ser escritora, soy una mujer que por fin está contenta de ser una persona que respira y que no tiene intención de dejar de hacerlo en mucho, muchísimo tiempo.
¡Es lo malo de juntarse con niños!!!
Primero fue la fiebre por los Angry Birds, todo por culpa de los \”tazos\” que mis alumnos coleccionan. Ahí los tienen, come y come papitas y pan de dulce con tal de hacerse de los dichosos trozos de plástico con dibujitos. Como que me gustaron los personajes, busqué el juego en Facebook y bueno, tuve que renunciar a Bloons Tower Defense 5 que además ya me tenía aburrida, tampoco tengo taaanto tiempo libre para estar todo el día jugando (ajá, ajá).
Luego vinieron los Plants vs. Zombies, de nuevo culpa de los dichosos tazos que a cada rato me regalan. Bajé el jueguito para PC y, bueno, qué les digo si ya lo terminé por lo menos cuatro veces, jajaja.
Y no sé si sea como un tipo regalo de cumpleaños, pero mañanaaa lanzarán Plants vs. Zombies Adventures en Facebook, así que ahora será un \”juego social\”, aun si esto de \”social\” significa que tendremos que estar pide y pide chiles y estrellas y ajos a nuestros contactos. Los screenshots están supercool, con los personajes en 3D y toda la onda.
¿Quién me manda a enviciarme con tanto jueguito, digo yo??? Y eso que no le di tanto al Nintendo, jamás logré acabar Super Mario Bros. 1… Sí sí sí, no les quiero ni decir a los ávidos usuarios de Playstation, PSP, Wii, Wii U y demás cómo les van a quedar las muñecas en algunos años, jo jojo. Dicen nuestros papás que cuando estamos dándole al aparatito, nos vemos justo así:
El martes les cuento en El Heraldo del Bajío qué tal me fue de cumpleaños… Por si dudan que \”todo me pasa\”: ¡se fue la luz justo en la cena!!! No nos quedó de otra que sacar velitas y hacernos a la idea de que era un evento más bien romántico, ¡ya qué!
A MIS MAMIS, EN SU DÍA
Cada tres de octubre (no se olvida) escribo sobre las múltiples cualidades de mi señora mamá. Mis lectores de antaño ya se las saben de memoria: llevo siglos agradeciéndole por ser mi madre, por haber sido también mi papá, porque hoy es algo así como mi mejor amiga, mi confidente y mi consejera; siempre fue mi motor principal y la persona más importante de nuestra pequeña familia. Lo mucho o lo poco que he sido se lo debo a ella, a su esfuerzo y honestidad.
De igual forma, mi mami le debe todo a mi señora abuela. El doce de diciembre hablo de Guadalupe, mi segunda madre, por su santo. El dieciséis le toca otra ronda de metafóricas flores por ser su cumpleaños. Mis lectores también saben de memoria que mi abuela es la mujer más fuerte que existe, que a sus casi ochenta años no se dio por vencida cuando por error le diagnosticaron un cáncer que por fortuna no pasó de Esófago de Barrett (precáncer), que renunció a su irrenunciable café y a su irrenunciable Coca-Cola diaria por órdenes de doctor, y que incluso se sometió al tratamiento experimental de ligación de esófago que culminó en “milagro médico”: una mujer de su edad que generó tejido nuevo y sano.
Hoy, diez de mayo de dos mil trece, me toca elogiar incansablemente a las dos: a Blanca Mamita, su nuevo apodo, y a Doña Lupe, como todo el mundo le dice.
De Blanca Montaño he dicho infinidad de cosas. En la “fase difícil” de mi vida, casi todas mis frases sobre ella eran reproches soeces (no me quiere, no me comprende, es muy dura conmigo, bla bla blaaa). Durante años me sentí la peor hija del mundo, creía ser la única loca que juraba tener “a la peor madre del universo”. Sí: tal vez ella fue estricta, pero la verdad es que yo era muuuy “rara”, por decir lo menos.
Sobre mi abuela… Qué más puedo decir excepto que espero tenerla conmigo muuuchos años más para que no sólo cargue Hectoritos y Jessiquitas en sus brazos: también tendrá que cambiarles pañales y preparar sus papillas porque ya prometió venirse a León por lo menos un año ahora que nazcan mis hijos (nomás tengo que encargarlos primero… ¿los pido de un catálogo, o cómo?).
Y, aprovechando las favorables conjunciones planetarias de los últimos siglos, deseo también dedicar algunas palabras a mi Ana Madrina, Ana María Aguilera Sánchez, y a la hermana de mi mamá: María Teresa Montaño Romo, señora de Montalvo.
Doña Ana Madrina ha sido la mejor amiga de mi mamá desde que yo me acuerdo. Su amistad ha sobrevivido a las malas y a las peores, a los chismes e incluso a las malas intenciones de dos o tres personitas que por motivos egoístas intentaron separarlas. Mi mamá quiere a mis primas Paola y Mariana como si fueran mis hermanas. La chamba y la distancia no les permite verse más seguido, pero antes era cosa de hacer maletas y agarrar un jet supersónico para salir de Coyoacán cada fin de semana con rumbo a Naucalpan, Estado de México.
Pasé la mitad de mi infancia y adolescencia en casa de mi Ana Madrina. La otra mitad la pasé con mi tía Tere y mis primos hermanos. La única vez que comí una sopa de cebolla fue en casa de mi tía, y eso porque enfrente estaba mi tío Miguel y no sé quién de los dos me daba más miedo porque eran muy estrictos, jaja. Comencé a comer la sopa pensando que era arroz aguado, y luego que saboreé la horrible verdad pues no me quedó de otra. Cuando terminé el cuenco con mi cara de guácala, mi tía preguntó que qué me pasaba y soltó la carcajada cuando dije que si algo detestaba era precisamente ese apestoso bulbo.
Y, sí: mi tía me daba pavor porque era “supermala” con mis primos hermanos. Yo, siendo una niña mensa y babosa, sólo veía los regaños y la ocasional nalgada, y no las delicias culinarias y las increíbles manualidades que preparaba. Teniendo tres niños y un esposo en casa, mi tía se aventaba solita tres o cuatro guisados distintos en menos de media hora, toda una experta en la cocina que hoy está orgullosa de sus hijos los Chef Montalvo (allá en Glendale, California, no hay eñe, así que son los Montalvo-Montano).
Muchos de nosotros sólo recordamos las cosas malas de nuestros padres. Damos por hecho que era su obligación cuidarnos nomás porque fuimos sus hijos, cuando hay tantos que dan a su carne y a su sangre en adopción o de plano se deshacen de los problemitas de formas menos legales. Tampoco les agradecemos el habernos traído a este “horrible y asqueroso mundo”, cuando hay taaantas personas que no se tocan el corazón a la hora de interrumpir un embarazo. Cada mujer tiene derecho a hacer lo que le venga en gana con su cuerpo, okey, y también pueden aducir que un feto (o “conglomerado de células”) no tiene alma sino hasta que nace y respira… Pero, en lo que a mí respecta, le agradezco infinitamente a mi madre por haber tenido los pantalones de darme la vida. Nunca me he visto en la penosa necesidad de elegir si “lo tengo o no lo tengo”, y a estas alturas sé que estaré más que feliz si un año de éstos decido que ya es hora de que a mí me celebren también cada diez de mayo.
Muchos de nosotros sólo recordamos los golpes, los gritos, los regaños, los jalones de pelo. Pero es un hecho que es mejor que nos den un buen correctivo a tiempo, que lamentar después porque “no supieron encaminarnos” (como si nosotros no fuésemos responsables de nuestros errores). Más vale levantarle la canasta a un chavo perezoso que no siguió estudiando, a mantenerlo cuando tenga cincuenta años. Mejor dar un manotazo cuando el niño robe alguna chuchería sin importancia, que visitarlo en el tutelar de menores o de plano en la cárcel.
Y recomiendo hablar con ellos a tiempo sobre las aves y las abejas y explicarles que hay métodos anticonceptivos (ninguna religión debiera estar peleada con el sentido común). Hace unas semanas pasaron en el noticiario de Joaquín López-Dóriga un reportaje sobre la pobreza: una mujer con cuatro hijos y… ¡veinticuatro años!!!, que sacaba cien pesos recogiendo basura cuando bien le iba, y que si podía le compraba un vaso de leche a sus niños y un bolillo diario, mientras la pobrecita señora estaba perdiendo la dentadura por falta de nutrimentos. ¿Qué necesidad había de eso??? Cuando uno llega a la edad de la calentura (de que llega, llega), sale más barato comprar una cajita de condones que mantener a tooodos los hijos “que Dios nos mande”.
Ahora que trabajo con niños y adolescentes de todo tipo, desde el mejor portadito hasta el que ya debe ir con psicólogos aún estando en el kínder, veo que el noventa y nueve punto nueve por ciento de las madres no saben cómo tratar a sus hijos cuando éstos llegan “a la edad del mono”, incluso antes cuando se trata de escuinclitos pegalones o con síndrome desafiante. No sé si todas, pero sí la mayor parte de las mamás deben soportar que sus hijos enloquezcan sin saber qué hacer con ellos pues no quieren ser consideradas “la peor madre del universo”.
Lamento anunciarles que nooo se puede hacer gran cosa al respecto (mejor pregúntenle a mi esposo, quien es algo así como el “San Juditas Plis”, experto en causas desesperadas), sólo corregirlos aunque nos aborrezcan, y esperar a que los susodichos “maduren”, entre comillas porque el ser humano tiende a crecer y evolucionar durante toda su existencia (con excepción de los “forevers” tipo Alex Lora, que a su vez engendrarán “forevitos”, jajaja), y rogarle al santo de su devoción que los mencionados jovenzuelos agarren la onda y comprendan que, por regla general, todo lo que una madre hace lo hace pensando en el bienestar de su prole.
Aunque sea sólo por hoy, diez de mayo…
En vez de quejarnos porque mamá casi no pasó tiempo con nosotros, agradezcámosle si trabajó duro para que no nos faltara el alimento.
En vez de avergonzarnos si mamá decidió ser “una simple ama de casa”, valoremos si renunció a un gran trabajo o a ejercer o estudiar una carrera por disfrutar de nosotros.
¿Cuántas noches en vela pasó tu mamá porque te enfermaste? ¿Cuánta ropa, cuántas cremas no se compró para que tú tuvieras tu Nintendo, tu Playstation, tu primera computadora? ¿Lo has pensado? Hoy es diez de mayo, día de la madre, pero no es el único día del año que podemos abrazarla, besarla, decirle algo tan simple como un:
Gracias por ser mi mamá. Porque lo fuiste desde antes que yo naciera. Porque lo seguirás siendo aún el día que tú me faltes.
Muchas gracias a todas las mamás que me han leído durante estos nueves meses que hoy cumplo escribiendo en El Heraldo del Bajío. A todos los hijos que me leen: un abrazo a sus mamis de mi parte.
A días de celebrar mi segundo aniversario de bodas… Dejen les cuento la historia titulada:
“¡Ni se nota que vivo en un Rancho-Pueblo!”
Mi hoy esposo y yo habíamos decidido casarnos el sábado 7 de mayo de 2011 porque mi cumpleaños es el 17, y así no había excusa ni pretexto de que se le olvidó comprarme regalo, y además doble, ¿no?
Creo que desde febrero fuimos a una oficina del Registro Civil a pedir informes: nos dieron un papel con los requisitos y la señorita, muy amable, nos dijo que si llegas hoy con tus documentos te casan mañana mismo, así sea en sus oficinas o a domicilio.
Mi abuelita fue a tramitarme un “acta de soltería” pues el Gobierno del DF debe certificar que una no se ha casado desde los 14 años de edad (ja jaja). Vacaciones de Semana Santa por allá, mi mamá fue la madrina de vestido (¡gracias!) y planear el chow. De regreso a mi entonces nuevo hogar, fuimos al médico por los exámenes prenupcionales que no debían tener más de quince días de expedidos y ya, ése era el único documento que nos faltaba para ir el miércoles 4 de mayo a otra oficina del Registro Civil, donde nos salieron con que…
ta ta ta taaan…
…que el papelito que nos dieron en la primera oficina estaba desactualizado y que para casarnos ahí mismo no había problema, pero que para boda a domicilio había lista de espera de nada menos que un mes.
¿QUE QUEEÉ???
¡ÓIGAME: NOOO!
Lo bueno que mi esposo es abogado: luego de mentarle dos tres veces la eme al Señor Burócrata, apartamos la fecha para casarnos dos días después, viernes 6 de mayo de 2011, nada menos que a las 8:45 de la mañana. Ahí me tienen marcándole a mi señora madre que casi me cuelga y que qué iba a hacer con sus amigas invitadas y bla bla bla, pos so sorry: o me caso en dos días o hasta dentro de un mes, y eso si todavía convenzo al prospecto de novio porque ya ven cómo son estos hombres…
Mi mamá y mi abuela llegaron acá el viernes a las 5 de la mañana, y en lo que mi esposo pasaba por ellas yo comencé la gratísima tarea de alaciarme el cabello (claaásica tortura de las ocasiones especiales). Aunque mi hoy señor no quería que me pusiera el vestido para ir al Registro, a mí por supuesto me valió un soberano y ahí andaba feliz y brincoteando y arrastrando mi vestidote blanco.
Algo azul: las sombras de los ojos.
Lo viejo: mis zapatos Ted Kenton que compré para la graduación de Sogem y que en total he usado como tres veces máximo.
Llegamos a la oficina del Registro Civil que está por Boulevard Delta. Aún no abrían, ¡demonios! Le pasamos lista a los testigos, ¡y uno había olvidado su IFE!!! Pues ya, se van mi marido y él hechos la raya a buscar la credencial (que a fin de cuentas no fue necesaria… les digo, les digo), y yo por mientras sentadita afuera del Registro con mi cara de “a ver si no me dejan como novia de Rancho-Pueblo: vestida y alborotada”.
Abren la oficina, nos mandan llamar y yo emmmh, ¡‘orita viene mi prometido!, ¡yo le juro que a’i viene!, ¡ay de él si no aparece, de veras que ni mi abuela lo salva!
Ya llegaron los ausentes, corroboramos los datos del acta, posamos para la fotógrafa (por ley de Murphy, mi Nikon nueva se descompuso días antes) y que firma aquí firma acá, tu huella digital y demás.
Nos pasaron a una sala privada, el juez preguntó si estábamos ahí por nuestra propia voluntad (…¡más o menos!, pensó el novio) y nos leyó “la cartilla”, que según mi mamá NO fue la famosa Epístola de Melchor Ocampo pero ah, qué bonito texto, no pude evitar una que otra lagrimita de emoción. Finalmente el juez nos declaró marido y mujer, señor y señora de Juárez. Besos y abrazos y felicitaciones y más fotografías que se quedaron en la PC que sigue descompuesta, buah.
De ahí a desayunar unos ricos chilaquiles y platicar un rato con Anggye Trejo, una de mis testigos (¡gracias!). ¡Y ya! Yo feliz y presumiéndome como recién casada.
El día siguiente, sábado 7, según no iba a haber recepción… Pero llegó una amiga de mi mami desde el DF (Gina y familia, saludos) y pues va, unas llamadas y de pronto teníamos en casa a algunos alumnos de la prepa de San Pancho que Héctor dirigía hace dos años. ¡Regalos! Llegaron los amigos profesores, uno que otro vecino colado, y que se arma el huateque…
…pero ésa, chicos y chicas TodoLesPasa, ésa ya es otra historia.
Así estuvo mi boda “en pocas palabras”. Y luego de tanto rollo, lo he pensado muy bien y por lo pronto decidí que…
¡NOOO VUELVO A CASARMEEE!!!
Lo más GUAUUU de todo fue ver el montaje de los talleres de Fenal Niñ@s con el tema de El Principito, increíble de verdad.