Kylie Jenner era esa dulce niña, blanca como Blancanieves, rica como Cenicienta después de casarse con el príncipe. Creció a la sombra de Big Brother, siendo observada veinticuatro horas al día. Daño colateral por ser media hermana de la mujer más fotografiada del planeta. Kim Kardashian fue un video amateur antes de ser fotografía. Dio a conocer primero lo más íntimo de sí misma, lo más revelador y lo más monetizable: Su cuerpo. ¿Acaso existía otra cosa? Demostró que sí, que existía más que eso. Logró exponer su alma, un supuesto yo verdadero. Se diluyó para ser parte de la hora estelar de Canal E! y sus anunciantes. Hace unos años Kim Kardashian estaba en todas partes. Fue más googleada que su amienemiga Beyoncé. Más que Rihanna. Más que otras como Rita Ora que también jugaron a ser artistas para luego desaparecer. Para ser olvidadas, para ser revividas únicamente en función de la ropa que visten o de con quiénes son captadas. Kim Kardashian prestó su voz para algunas canciones. Apareció en portadas de revista. Fingió pocas lágrimas cuando perdía algún pendiente de diamantes. Se preparó mentalmente para ser violada por unos ladrones. La voracidad de internet y sus navegantes destronaron a Kim Kardashian. Una versión casi idéntica pero mucho más joven. Una niña dulce y blanca como Blancanieves que se maquilla hasta exterminar sus pecas. Una versión casi idéntica a Kim pero con más colmillo para hacer bisnes. [caption id=\"attachment_1589\" align=\"aligncenter\" width=\"720\"] Kylie Jenner mató a Kim Kardashian. Gomita asesinó a Araceli Ordaz con sus pestañas postizas.[/caption]