Hoy hace treinta y dos años hubo un sismo en México, en el Distrito Federal.
19 de septiembre de 1985. Una fecha que los mexicanos conmemoramos con simulacros para estar preparados en caso de siniestro. Hoy fue el simulacro anual en la Ciudad de México, ahora llamada CDMX. El nombre de “Distrito Federal” dejó de existir. El simulacro fue temprano, a eso de las once de la mañana. Poco después de dos horas se reportó un temblor catastrófico. Un sismo en México, de magnitud 7.1, con epicentro en un municipio del estado de Puebla llamado Rabosa. Aquí en León Guanajuato no se sintió nada. Nada en absoluto. Desde hace siete años vivo sin ese miedo. Apenas este 7 de septiembre hubo otro sismo en México, de 8.2 grados con epicentro en Tonalá, Chiapas. Oaxaca fue uno de los lugares afectados. Todavía se está recaudando ayuda para los damnificados… Ya ni hablemos de la devastación que recién dejaron los huracanes en Florida y Cuba. Las desgracias se juntan como plaga bíblica. El temblor del 7 de septiembre solo fue el susto en la Ciudad de México. Dicen que en la capital del país no causó tantos daños porque fue oscilatorio, no trepidatorio. Se hicieron las clásicas bromas en redes sociales por ser el mes patrio: “Y retiemble en sus centros la Tierra… Y zas, ¡que tiembla!”. Otro de sus chistes: “Lleven croquetas en los bolsillos del pantalón para que los encuentren los perros rescatistas”. ¿Será que este último lo dicen en serio?
Apenas le dije a mi esposo que los socavones no podían ser casualidad.
Nada es casualidad en esta vida. Primero fue el socavón del Paso Express o Paso Exprés, en Cuernavaca, Morelos. Pocas semanas después surgió el socavón en Reforma. Le pedí a Héctor que escribiera la explicación histórica de por qué se han hecho socavones en la Ciudad de México. Su texto me recordó que México está situado sobre la Falla de San Andrés. Las placas tectónicas se desplazan de forma constante, aunque por lo general ni nos damos cuenta. Su artículo también me recordó que la Ciudad de México fue construida sobre un lago. Que los aztecas hicieron chinampas. Debajo de la CDMX hay drenaje muy viejo que se tapa en época de lluvias gracias a la basura. Todo esto lo escribió poco antes de que hubiera otro socavón, ahora en Cuajimalpa. Y uno más en la colonia Obrera, en Cuauhtémoc. Ya pasó el dieciséis de septiembre, día de la Independencia de México. Ese día celebramos la libertad y lamentamos encontrar el cuerpo de Mara Castilla tirado, como un desecho. El sismo en México del día de hoy no ha causado bromas en redes sociales. Si algo ha causado es pánico. Pánico para quienes no lo sentimos pero tenemos familia y amigos en el Defectuoso (nunca mejor dicho). Pánico por los videos de edificios al momento de colapsarse. En la colonia Roma, en la Condesa, en la Del Valle, en la Narvarte. ¿Dónde más? Pánico por el sismo en México. Ganas de llorar cuando te enteras de que cayeron escuelas con niños dentro. La escuela primaria Enrique Rébsamen, en la Nueva Oriental Coapa… ¿Qué otras? Pánico, y ganas de llorar cuando te enteras de que cayeron escuelas con niños dentro. La escuela primaria Enrique Rébsamen, en la Nueva Oriental Coapa… ¿Qué otras? El dramático rescate de la niña Frida Sofía. Cuando te enteras de que desalojaron la guardería del IMSS cercana al Metro Sevilla. Y que algunas clínicas no están dando servicio pues presentan daños.
Y para colmo se abrió un socavón más, en pleno Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Me enteré de la tragedia porque un amigo me preguntó si estábamos bien. Pensé que se refería a la muerte de Cosita, la perra que adopté hace quince años. Debimos dormirla este domingo pues tenía cáncer… Ya escribiré después al respecto, todavía lo estoy asimilando. Este es mi tercer día seguido vestida de negro. Pero no: Mi amigo me notificó que acababa de sentirse un temblor. Casi al instante sonó el teléfono. Era Héctor. Me pidió que llamara a nuestras madres para saber cómo estaban todos. Marqué a un lado y a otro. Era imposible comunicarse. Por fin logré hablar con mi mamá: Que está bien. Mi abuela estaba bien. Menos mal, porque últimamente se ha estado cayendo y en su último accidente se fracturó la mano. Que la ciudad estaba hecha un caos, y mi mamá tal vez tendría que trasladarse caminando. Dice que le costó trabajo, pero por fortuna sí halló transporte público. Y por fin logré hablar con mi suegra: Que está bien. El papá de mi esposo estaba bien. Pero que estaba angustiada. Y cómo no, si no sabía nada sobre nadie. No había noticias sobre mis cuñados, sobre mis sobrinos políticos. Que algunos estaban por la Zona Centro. Que cayó un edificio en la colonia Roma, que había fugas de gas en distintas partes. Caos total. Le pedí que no se preocupara. Le dije que todos estaban bien, que todo estaría bien. Que yo me encargaría de localizar a quien pudiera por internet… Era lo menos que podía hacer desde aquí para ayudar.
Dios bendiga a Mark Zuckerberg y su millonario invento de Facebook.
Entré al grupo de la familia de Héctor para reportar a mis suegros y pedir que se comunicaran. Una de mis sobrinas políticas dijo que estaba bien, y que su hija también. A salvo, aunque inquietas. Luego llegó Héctor y logró hablar con uno de sus cuñados. Todos bien. Todos a salvo. Nadie que lamentar por nuestra parte. Luego entré a Twitter para enterarme de qué estaba sucediendo. Iba a poner radio por internet (increíblemente no tengo radio en casa). Pero no quería que mi hija viera o escuchara sobre la tragedia. Lo más que pude hacer para ayudar fue reenviar mensajes e instrucciones oficiales. Qué alivio no haber estado ahí, no ver sangre, no ver heridos, no ver paramédicos. Pero qué impotencia no poder estar ahí, no usar las manos para hacer algo más que retuitear caracteres. Apenas ayer chateé con una amiga que también lee el Tarot. Hace un mes durmió a su gato por insuficiencia renal. Gracias a ella supe del 23 de septiembre de 2017: Ya están diciendo oootra vez que nos cae encima el fin del mundo… No sabía de esta nueva predicción del apocalipsis. Nunca falta que le pongan fecha cuando hay un eclipse solar. ¿Qué no se iba a acabar el mundo no recuerdo qué día de diciembre de 2012? Pero no hacen falta eventos cósmicos lejanos. Ni que un Planeta X venga y choque contra la Tierra. Yo más bien pensaba en el apocalipsis de Donald Trump y de Kim Jong-un. En sus amenazas mutuas de lanzarse bombas nucleares. Le harían un favor al resto del planeta si sus misiles fueran personales y se mataran simultáneamente el uno al otro… Pero no es así. No sería así. Se llevarían por delante a muchísimos humanos.
También pensaba en los acuerdos para frenar el cambio climático.
Acuerdos que Donald Trump ha deshecho, porque en su miopía asegura que el calentamiento global es un mito. No lo es. Todos sentimos el calor que hubo el invierno pasado. También nos quejamos de algunos días de frío durante este verano. Todos vemos imágenes de devastación en distintos países por fenómenos naturales. Ya mejor no hablemos sobre guerras ajenas y terrorismo… No puede ser casual que haya habido un sismo en México el mismo día, treinta y dos años después del 85. Falta ver la cifra de muertos, de gente rescatada, de estructuras caídas, de personas que han desaparecido. En México llueve sobre mojado. En México tiembla sobre los escombros. No falta quien aproveche la situación para hacer rapiña, para asaltar necesitados y saquear en las tiendas. Pero la mayoría de los mexicanos no son así. No somos así. “Él no nació corrupto”, dice el comercial de la tele. Demostremos en este momento que tenemos el valor. Que no nos vale. Estemos ahí para los demás. Estemos para nuestros hermanos, porque a fin de cuentas eso somos: Somos hermanos de patria, de sangre mestiza, de piel de distintas tonalidades. Aquí nos tocó vivir. Todos podemos perder a un amigo en cualquier momento, a un familiar, al conocido de alguien cercano. Ayudemos a quien esté a nuestro alcance, y confiemos en que otros ayuden a quienes amamos.
Se repitió la desgracia. No solo hablaremos del Temblor del 85, sino del Sismo en México de 2017.
La diferencia es que hoy estuvimos un poco más preparados. Hoy contamos con más medios tecnológicos. Tenemos internet y una página especial de Google para localizar a nuestros seres queridos. Y tenemos teléfonos celulares y iPhones para comunicarnos de inmediato. Tenemos médicos, al Ejército, rescatistas. Y nos tenemos el uno al otro. Cada uno de nosotros podemos participar como voluntarios. Si alguien perdió su casa, alojémoslo en la nuestra. Así lo hicimos en la explosión de San Juanico. Así lo hemos hecho en distintos momentos en que el destino se ha ensañado. Este es el momento de sacar la casta, de demostrarle al mundo de qué estamos hechos. Aunque nos llueva sobre mojado, y aunque retiemble sobre los escombros. Nada nos debe vencer.
Muy inspirador tu texto, casi me hace llorar, de por si, ando con un nudo permanente en la garganta. Besos. Gracias a Dios que todos están bien. Por cierto hablaron Luisito y Wicho.