Educación en casa: Santiago
Educación en casa: Santiago está por cumplir 15 años y nunca ha ido a una escuela.
Para él no es problema pues sus conocimientos se comparan con los de un joven universitario promedio. Por circunstancias provocadas por sus padres, él nació en México aunque a los pocos meses fue enviado con su madre a Chile donde vivió con sus abuelos durante los primeros años de vida. Apenas llegó a la edad escolar, los abuelos paternos lo llevaron a Argentina donde creció gozando de lo necesario que requiere un niño para ser feliz.
─Lo mejor era no ir a la escuela ─comenta como si se tratara de una travesura.
─¿Qué hacías entonces? ─pregunto con curiosidad.
─Jugar a la pelota, ver televisión, ayudar a la vieja a hacer la comida, ayudar a limpiar, comer golosinas. Cosas que hacen a los niños felices. Aprendí a leer y escribir a través del juego. Mi abuelo me enseñó a identificar las cosas con letras que luego me hacía escribir en la arena. ¿Sabes que la primera vez que escribí mi nombre lo hice sobre la arena? No usaba lápiz y libreta. Escribía en la caja de arena usando mi dedo, en el tronco del árbol con una punta de fierro, en la banca del parque con la navaja del viejo, en la pared de un cuarto con un trozo de tiza. Fue hasta que vi a mi abuela escribiendo recetas de cocina y recados del teléfono que quise escribir como grande y le pedí al viejo que me comprara un cuaderno y un lápiz. Ni lo dudó. De inmediato me tomó de la mano y salimos a la tienda. Para practicar la lectura mi abuelo me compraba cómics que después de leer comentábamos por horas o días, hasta que traía algo nuevo. Durante un tiempo se fingió ciego y diario tenía que leerle el periódico con todo y anuncios.
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Educación en casa: Santiago adquirió conocimientos escolares gracias a su abuelo.[/caption]
Educación en casa con el viejo
─¿Cómo lograste adquirir los conocimientos que ahora tienes?
─Porque un día le pedí a mi abuelo que me metiera a la escuela. Me respondió que las escuelas eran sitios muy aburridos donde los chicos tenían que ser como soldaditos que no podían hacer nada si un general no lo autorizaba. El viejo se inventó toda una historia que yo me tragué completa. ¿Entonces como voy a aprender? No quiero ser un burro de grande. Mi abuelo sólo me miró y dijo que yo sabía mucho más que otros chicos de mi edad pero que si quería aprender él podía enseñarme. Al día siguiente montó una escuela en la estancia. Una escuela a la que yo podía llegar a la hora que quisiera. No había horarios pero sí una regla: lección empezada, lección terminada. Había jornadas extenuantes pero si por algún motivo yo me encontraba indispuesto tres, cuatro o cinco días, nadie exigía que retomara los estudios. Un día quise probarme y comencé a retar a los chicos del parque a que explicaran fenómenos naturales, pasajes de la Historia, a que hicieran cálculos. Les gané a todos. Luego escuchaba lo que decían sobre las tutoras de la escuela, sobre lo aburrido de ir a clases y entonces deseché definitivamente la idea de ir a la escuela.
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Educación en casa: Carlos Santamaría Díaz, el niño químico.[/caption]
Carlos Santamaría Díaz, el niño químico
─¿Y qué te orilló a venir a esta escuela particularmente?
─Mi abuelo murió hace tres años y mi abuela el año pasado. Al enterarse, mi madre me invitó a venir a vivir con ella. Tenía la opción de regresar a Chile pero la idea de conocer el lugar en que nací me resultó más atractivo. Mi madre es arquitecta, la he seguido en su trabajo y lo que hace me atrae para hacerlo también, el problema es que no tengo el documento para estudiar formalmente acá. Mi madre prometió investigar qué se puede hacer, pero el trabajo es absorbente. Hace unas semanas supe por la televisión el caso de Carlos Santamaría Díaz, el niño de 9 años que estudia en la Facultad de Química de la UNAM. Me interesó y me puse a investigar cómo le harían sus viejos para que el niño obtenga el documento. Me dijeron del programa 10-14, aunque él todavía no lo tiene por la edad. Así llegué acá.
Santiago me explica su deseo de obtener el certificado en un solo examen e intentar hacer lo mismo con el documento de secundaria.
Le explico que por su edad tendría que cursar todos los módulos, en un tiempo que va de seis meses a un año, que no puede hacer el examen único, pero existe otra opción: que acuda a la escuela a estudiar el modelo, a familiarizarse con los módulos, a tomar algunas clases y en tres semanas, cuando ya tenga los 15 años, presente los exámenes. La idea parece motivarlo sobre todo porque será la primera vez que pise una escuela formal. Le explico que la escuela es especial y no tiene que ver con el resto de las escuelas. Acepta la propuesta y al siguiente día se presenta en el horario convenido. Sin embargo, Santiago no está acostumbrado al rigor de los horarios y al cabo de una semana me pregunta sobre otra opción para familiarizarse con el modelo educativo. Le propongo que revise los módulos en línea y le ofrezco una asesoría rápida para que pueda ingresar a la plataforma. Llenamos los documentos de registro y acordamos una fecha probable para presentar el examen para acreditar la primaria que, dicho sea de paso, en realidad se trata de tres exámenes.
Un ejemplo exitoso de educación en casa
Santiago se presentó a realizar sus exámenes de primaria. Aprovechando que ese fin de semana el INEA impulsó una jornada de incorporación y acreditación, el muchacho pudo presentar el primer y segundo examen de primaria el viernes, el tercer examen de primaria el sábado y los dos exámenes para secundaria el domingo. Una semana después le doy a conocer acreditado todos los exámenes. Concluyó los niveles intermedio y avanzado, es decir, obtuvo los certificados de primaria y secundaria en un solo fin de semana.
Tres meses después le hago entrega de sus documentos y con una sonrisa me dice que ya está preparando el examen del Ceneval para obtener el certificado de preparatoria. Si todo sale bien, a finales de año ya estará en la universidad.
Promete regresar a informarme si logró el objetivo.
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Si te interesa estudiar o acreditar tus estudios y vives en la Ciudad de México o en el Estado de México, ponte en contacto con el autor Héctor A. Ortega al correo:
profesorhector_ao@hotmail.com]]>
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