Texto: Sojapi
Hoy es la primavera de mis días.
El cielo está nublado, salpicado su lienzo de vitiligo, manchado su mantel porque el mesero no vino. Embarrado su espejo con lípstic de besos tronados en calles con nombres de funcionarios que la gente no reconoce.
El aire, viciado, despide un olor a caramelo rancio, a polución. Viento enrarecido que con ternura sopla navajas oxidadas en las fauces de los perros. En los cofres de los carros, en las mejillas de los niños.
Dios mismo, en dado caso de que existiera, se tomaría una selfie en el baño de su mansión el día de hoy. La subiría a Instagram con filtro retro y después se sentaría a esperar los laics. A vomitar los relámpagos que cenó en el banquete de mamá y papá.
Mientras, yo, salgo a patalear contra el gordo de la bírjaus, contra los escritores laureados de uatpad, contra los iutubers, contra los tuits oficiales de las aves de mal agüero. Y asimismo lo hago contra lo alto de las nubes, lo rasposo de la tierra y la indiferencia de las flores.
Todo está mal si no se me ocurrió a mí primero. Hoy tengo un día feliz porque lo estoy escribiendo yo; sin jómpeich, sin preguntarle a gugl ni documentarlo en féisbuc.
El niúspeiper me dice estate alerta porque vienen tiempos duros y tú no eres un hombre fuerte, el mar sigue salado y Steven Tyler ya es un anciano. Mas no me preocupo, en mi mente simplemente ya no hay cupo para ese tipo de problemáticas. Miro alrededor, doy un suspiro y todo se arregla.
Que hasta el ciberespacio llegue el insulto de mi alegría. Mi suicidio será su derrota, y además será de la forma más cruel y dolorosa: cancelando cuentas.
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Texto: Sojapi. Liberto Guerrero .[/caption]]]>
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