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Patrocinio

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Por ahí había aparecido un supuesto “patrocinio”.  

Desde el año pasado, la persona en cuestión dijo que me iba a obsequiar una laptop para que yo pudiera escribir. Pero cuánta consideración.  

Dijo que para los días Prime de Amazon. 

Pasaron los días Prime de Amazon. Por supuesto que no me regaló nada.  

Nadie te regala nada.  

Nunca nadie te da nada “gratis”, por patrocinio, a menos que quiera sex0 a cambio. 

Le dije que hace mucho que no tengo computadora actualizada, en la que se pueda hacer una videollamada o entrar a Facebook sin que se trabe. Que hace años que dicto en mi teléfono con el reconocimiento de voz de Google.  

Cuando empecé a perder interés, dijo que me iba a obsequiar un teléfono nuevo. 

Y como si fuera chiste: ahí estoy esperando un teléfono nuevo. 

(Obvio que no… Uno conoce a la gente. Sabe quién cumple y quién nada más dice m4madas a ver qué consigue para su provecho.) 

También salió con que me iba a enviar un perfume Ralph Lauren. Ni siquiera tiene buenos votos en Fragantica, pero me encantan los perfumes. 

En realidad nunca esperé que por un “patrocinio” me obsequiaran una computadora nueva a cambio de incluir su desconocido nombre en la dedicatoria de alguno de los libros que no he escrito por falta de computadora. 

Por supuesto que soy Tauro y si algo me molesta es que prometan cosas que no piensan cumplir. 

Si no te vas a casar conmigo, no me des anillo. 

Y si tú no eres el que se va a casar conmigo, no me salgas con que no me case con otro. 

Por eso y más sigo siendo amiga del botón de bloquear. 

Un ex me compró un carro antes de convertirse en mi ex. No se lo acepté. Ni siquiera me subi en él (en el carro). Pero de que me lo dio, me lo dio.

Y desde entonces, puro miserable. Mi donador de esp3rma también prometió obsequiarme una computadora nueva que fuera “mi primer regalo”. Ja jaja. Con eso de que lo conocí a mis treinta y tantos años y lo vi dos veces. Cuidó a cuatro de sus cinco vástagos conocidos, así que su lugar en el cielo está 80% asegurado. 

Ayer entré a Amazon a ver costos de laptops. Pero decidí que no y que mejor no porque no la necesito… 

Pero hoy, totalmente de la nada, llegó un amigo de mi esposo y le ofreció la laptop con la que estoy escribiendo esta entrada de mi blog. 

Estoy estrenando mi regalo de Navidad. 

No es nueva, pero casi. 

Así que Héctor sigue siendo mi único patrocinador. Uno de la vida real. 

Y a él si le puedo pagar con todo el sex0 que queramos. 

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia

Michelle Rodríguez: gordofobia (I)

Escribí un artículo sobre la reacción de gordofobia que han generado las fotografías de la actriz mexicana Michelle Rodríguez para la revista Marie Claire.

Bueno, eso de “escribir” es un decir, ya que la mayoría de mis artículos y publicaciones de Blog en realidad se los dicto al reconocimiento de voz de Google en mi teléfono Android.

La euforia a favor y en contra de las fotografías de Michelle Rodríguez vino muy al caso con lo que publiqué aquí sobre el sketch de Mr. Creosote (Señor Creosota) de Monty Python.

Iré desarrollando el tema, que da para largo (y para ancho), pero no aquí sino en…

tararará…

Le envié mi artículo sobre Michelle Rodríguez a Keshava Quintanar Cano, amigo de publicación de Fantasiofrenia II, antología del cuento dañado. Quería ver si de casualidad podría colarme en el siguiente número de la revista Pulso CCH Naucalpan

Y pues adivina adivinador quién estará estrenando su columna semanal de La Niña TodoMePasa =)

Me siento tan agradecida con esta oportunidad de volver a escribir, o más bien de dictar, para un público estudiantil. Tanto que decir, y tan rápido que puedo hacerlo gracias a la tecnología actual.

Sí ha sido complicado editar mi blog en el Chrome de mi teléfono. Pero mientras exista el plugin de editor clásico (contra el asco de editor en bloques) de WordPress, yo feliz.

La maravilla del reconocimiento de voz

Tengo una laptop relativamente nueva que le dieron a mi esposo en pago de algún servicio legal. No la utilizo pues la interfaz de mis páginas web no se despliega sin que el sistema completo colapse.

Hace ya unos años me acostumbré a utilizar el reconocimiento de voz para todo. En mi último empleo formal hice cantidad de traducciones exprés gracias al reconocimiento de voz de Windows, que no es tan bueno como el de iOS.

El reconocimiento de voz de Android es bastante bueno y lo utilizo tanto para contestar mensajes en WhatsApp como para documentos en Word, artículos y entradas de Todomepasa.com, etcétera.

La conveniencia no significa que todos estén dispuestos a evolucionar con la tecnología. Una persona decía que prefiere enviar audios que usar reconocimiento de voz para enviar textos. Y una amiga, que se burlaba de mi reticencia a hacer compras en línea por los fraudes, dice que no piensa dictar un libro sino escribirlo usando sus manos como en los siglos pasados. Pues bueno.

Sobra decir que este texto lo acabo de escribir en cuestión de minutos usando reconocimiento de voz.

El peor año

El peor año

El peor año: 2022

El consenso general es que el año 2020 fue el peor año.

Yo digo que no. El peor año de todos, hasta ahora, es el actual. 2022.

En 2020, debido a la inesperada aparición del estúpido coronavirus Covid-19, fallecieron cantidad de personas a nivel mundial.

La OMS por fin se dio el lujo de declarar una pandemia, misma estrategia que intentó fallidamente luego de la aparición de la influenza AH1-N1 por allá de 2008. En lo personal sí conocí gente con dicha influenza que relata historias de horror, pero sigue aquí.

2020 fue el caos total. Sin vacunas, mandato de encerrarnos durante al menos dos semanas (que fueron 3 meses) en casa, aunque uno tenga que salir por leche y tortillas, etc.

Y luego comenzaron las muertes.

Me enteré del fallecimiento de Omar Mariscal Rodríguez por un grupo de WhatsApp. No conviví con él excepto una vez que (creo) fuimos al cine (yo de chaperona) a ver Sexo, pudor y lágrimas.

Se perdió el contacto porque él era de los populares, “parte fundamental de nuestra generación”, mientras yo era no de las impopulares sino de lo que le siga p’abajo. Fue triste saber de la muerte de alguien con quien conviví, no mucho debido a las circunstancias, pero sí que fuera de mi edad y que dejó hijos.

Creo que después fue Eleuterio García. Tengo medio borrada la secuencia de los hechos de aquel entonces. Tenía poco de haberme contactado, fue uno de mis amigos en uno de mis primeros despachos de seguros. La pasamos bien, cotorreando, yendo al billar con toda la banda. De mis mejores épocas.

Me contactó, intercambiamos un par de palabras, y luego me enteré por mi mamá, que había retomado también contacto laboral, que se fue dejando un hijo. Creo que era un año más chico que yo.

Y los tíos políticos.

Como no tuve padre, porque el sujeto estuvo ocupado, mi familia paterna fueron los Montalvo. Mi tía Tere se casó con Miguel. Y estuve en innumerables ocasiones en las fiestas de los Montalvo, quienes siempre me trataron de lo mejor.

No recuerdo si primero fue el tío Gil, hermano de mi tío Miguel. Hasta aquí no había vacunas, ni para Omar ni para Eleuterio, ni para la familia de mi tío. Gil falleció luego de un mes “sin cuidarse” una pulmonía, y eso de “cuidarse” entre comillas porque uno tiene que trabajar.

Fue algo muy triste porque lo internaron en no sé qué “hospital boutique”, y definitivamente lo tuvieron vivo con nuevos tratamientos de los cuales mi prima Alexa nos iba contando. Cada día hospitalizado eran al menos cien mil pesos a la cuenta. Falleció mi tío Gil, la deuda quedó en cinco millones de pesos, y no supe más.

El peor año… ¿Casualidad?

Y luego mi tío Lalo Resillas, también por covid antes de las vacunas. Aquí fue que un día antes de su fallecimiento, y del de Gil, me senté a pintar cosas horribles con acuarelas, y días después llegó la mala noticia. No he vuelto a tocar pinturas.

Además, no recuerdo si sobre Gil o Lalo, pero le dije a mi mamá que iba a morir. Y así fue.

¡Y llegaron las vacunas!, diría la Peliteñida.

Todos con tres dosis, y todos felices. Mi hija con una dosis por ser pequeña, y el gobierno nos hizo el favor de vacunarla con una organización de la mierda. Sospecho que me contagié en la vacuna de mi hija, en mi vida vi tanta gente hacinada.

Llegó mi mamá con mi abuela a vivir a León. La intención era ayudarlas, ya que ella no puede atenderla sola. Duró un mes aquí. Vi claramente las señales de que ya se iba (dormir mucho, no comer, etc), amén que las cartas me dijeron que pasaría luego del cumpleaños de Aranza. Pasó luego del cumpleaños de la mejor amiga de Aranza.

Vino un médico internista que Dios lo perdone. Dijo que ya estaba terminal, que no la hospitarizáramos, etc. Jamás se le ocurrió descartarle covid. Mi abuela se quedó dormida un jueves, el viernes vino el farsante este, sábado mi esposo e hija se fueron a la fiesta de Sofi, y mi mamá y yo no hicimos más que estar ahí, leyendo textos de Allan Kardec sobre el desprendimiento del alma del cuerpo físico, y oraciones. Se la llevaron el lunes, todavía dormida, con baja oxigenación. En el hospital nos dijeron que era covid. Pasó su última semana aislada y dormida.

El lunes 25 de julio.

El Hospital Regional 58 llama a mi mamá, que fuéramos por unos informes. El informe era que mi abuela falleció a eso de las 10 de la mañana. Y una mierda: prefiero que me digan por teléfono que mi familiar ya falleció, a llegar corriendo con falsas esperanzas (primero nos dijeron que estaba estable y que ya la darían de alta, pero ahora vemos que estas mentiras son parte de protocolo).

Hablarle a la funeraria, papeles, trámites. Lo más terrible fue cuando reconocí el cuerpo y toqué brevemente su lunar izquierdo, la piel helada, su carita congelada. La carroza se la llevó directo a cremación.

El viernes 29 de julio, 4 días después del fallecimiento de mi abuela, se fue mi tío Rafa. Fue parte fundamental de mi infancia. Era el esposo de mi tía Chivis, la sobrina favorita de mi abuela.

Tengo muy borrado el casete de lo que ha sucedido en este último mes.

Pero la mamá de mi esposo falleció el lunes 8 o martes 9 de agosto. Y mi tía Miriam un par de días después.

Creo que ya ni siquiera fueron 4 fallecimientos en la familia durante 19 días. Creo que fueron 16 días o así. Seguramente conté mal todo. No sé ni en qué día estoy. Pero a ver quién tiene las agallas para decir que este no fue el peor año siendo que tuve 4 fallecimientos cercanos, que recién falleció el papá de mi amiga Mariné, y que ya no supe quién más falleció del círculo de mi mamá.

Termino este artículo con ninguna recomendación de ni madres. Cuidarse, quererse, aprovechar el tiempo… Bla bla bla. Sigo buscando un motivo para que haya habido cuatro fallecimientos en tan poco tiempo. Si las casualidades existieran, entonces la magia y la ciencia no servirían de absolutamente nada.

¿Cómo pudo ser malo el año 2020, inicio del covid-19, cuando todavía no había vacunas? ¿Cómo pudo ser “peor” que 2022, cuando todos teníamos nuestras vacunas en regla? ¿Los muertos son un parámetro confiable?

Mamá abuela Lupe

mamá abuela Lupe

Mamá abuela Lupe

Mi mamá abuela Lupe falleció hace dos semanas y un día.
No sé por qué escribo “abuela Lupe” si fue mi única abuela.
Y más que mi abuela, fue mi mamá.

Fui muy afortunada porque no tengo padre ni crecí con hermanos. Pero no tuve dos mamás sino muchas, muchísimas. Algunas temporales, otras recurrentes, pero se podría decir que fueron seis en total.
Blanca, mi mamá biológica, que por carácter y edad más bien ha tratado de ser mi amiga.
Mi madrina Ana, que vivía en el edificio de enfrente y con quien pasé muchas tardes jugando Super Mario Bros y viendo Vaselina con mis primas.
Mi tía Teresa, hermana de mi mamá, que incluso logró que yo me tragara un plato de sopa de cebolla.
Araceli, la vecina a dos departamentos de distancia. Ella y su hermano Carlos cargaron conmigo cantidad de vacaciones y fines de semana a lugares como Tlacotepec y Teotihuacán.
Mariné, amiga de mi mamá, que es parte de mis primeros recuerdos. Era una aventura viajar en Metro para visitarla.
Y mi mamá abuela. Fue más mamá mía que de sus hijas, porque cuando fue madre trabajó en una fábrica para mantenerlas. Y cuando mi mamá fue madre, sacó a mi abuela de trabajar para que me cuidara.

Mamá abuela Guadalupe Romo Moreno, “doña Lupita”, QEPD.

Mi mamá abuela de tiempo completo se fue este lunes 25 de julio de 2022, a eso de las 10:30 de la mañana.

Fui la última persona que la vio justo antes de ser subida a la carroza de la funeraria. Había que reconocer el cuerpo, y mi mamá Blanca me pidió que yo lo hiciera. Las señoritas del servicio social dijeron que no, que a mí quién me iba a acompañar…
La sacaron del hospital en una camilla. No recuerdo si estaba cubierta con una sábana, o la metieron en una bolsa. Le descubrieron el rostro y ahí estaba su lunar de la mejilla izquierda, los ojos apenas abiertos al igual que su boca. Toqué su piel fría solamente un instante, dije que sí era ella y la subieron en la carroza directo a cremar. Ya había visto el cadáver de mi tío abuelo Chucho en 2006, congelado en el féretro. Pero esta era mi mamá abuela…
Algunas horas después mi abuela ya estaba de regreso en mi casa, dentro de una cajita blanca con una imagen de la Virgen de Guadalupe. No hicimos velación porque solo estuvo un mes en León. El rosario se llevó a cabo por transmisión en vivo de Facebook, con la invaluable ayuda de mis vecinas Rosita y la señora Eva, quienes también fueron mis testigos de boda.

Leí que la diferencia entre depresión y duelo es que la depresión es continua.

Todo el tiempo sientes desesperanza, que nadie te ama, ganas de desaparecer. Esa parte ya la tengo casi dominada jajaja; por mi trabajo de lectura de cartas solo me siento así cuando alguien se va a morir y no sé ni quién.
El duelo viene en oleadas. Estás normal, riendo con Community para compensar la mala época. De pronto te acuerdas de que tu mamá abuela fue la persona más buena del mundo, y lloras. Tu hija de siete años te mira, te abraza, tomas un Kleenex y sigues con tu vida.
Mi abuela era adicta a los Kleenex. Compraba cajas de cajas. En su ropero del departamento de la San Rafael tenía como 30 cajas de Kleenex en cualquier momento dado. Por supuesto que le hacíamos burla.
Antes de la demencia, Alzheimer, o la chingada mierda que le dio, se vestía con pantalón y blusita a juego, color café o palo de rosa o blanco. Se pintaba los labios de naranja o de rosa. Cabello corto, con o sin base. Y se reía con ganas pero de forma discreta, como si la misma risa le impidiera decir más.

Cuatro días después me escribió mi prima Lety:
“¿Supiste que tía Lupe se llevó a tío Rafa?”. Cuatro días después de mi abuela, falleció el esposo de mi tía Chivis, la sobrina favorita de mi abuela.
Y actualmente también hay una situación muy muy fea con otra parte de la familia.

Este año ha sido peor que en 2020, donde por lo menos no había vacunas.

Mi ex psicólogo Luis Fernando Flores dijo que habría muchísimas muertes debido al portal 6 de junio o 7 de julio, no recuerdo.
Cada año le hemos preguntado a las cartas si este será cuando mi abuela se despida, y le dije claramente a mi mamá que sucedería luego del cumpleaños de Aranza, y no quise preguntar más. Pues bien: a mi abuelita la desahuciaron un día antes del cumpleaños de la mejor amiga de Aranza.

Luego hablaré de la culpabilidad de no haber estado al 100% incluso en la misma casa. Solo sé que gracias a mi abuela soy esta persona, tal vez una mierda total, pero que mínimo se esfuerza (o se hace güey) tratando de corregir sus faltas.
Es un cliché decir que ahora un ángel me acompaña, pero se han caído cosas y desconectado electrodomésticos totalmente de la nada. No tengo miedo. Me impresionaría, pero sería inmensamente feliz si pudiera ver a mi mamá abuela no solo en mi mente sino en la vida real, como Melinda Gordon en Almas Perdidas. Le pediría perdón por todo, como hice el fin de semana que nos quedamos a solas con ella antes de internarla.

El tiempo no se puede regresar.

Pero mi abuela sabe que la extrañamos aunque está aquí, sabe que mi mamá dio todo lo humanamente posible por ella aunque ahora se ahogue en los pagos de tarjetas. Mi abuela sabe que Héctor es el hijo que nunca tuvo y nos hubiera encantado tenerlas aquí desde que mamá se jubiló. Aranza ha sido la más estoica, tal vez por su edad y su inocencia.

Honestamente NO veo la ventaja en que nuestra esperanza de vida haya aumentado tanto si vas a vivir con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, Parkinson, Demencia, sin reconocer a las personas que te cuidan diario.
El sentido de la vida es amar, pero está mejor el Candy Crush Saga. Todos son peleas por una estúpida herencia a la cual no pusiste un peso. Te afecta lo que no comes, criticas gente que ya no te habla, tus niños son criados por Youtube y a tus ancianos les pones los bailes de las estrellas en Venga la Alegría o en Hoy.
Este mes pude haber detenido mi vida, dejar el ejercicio y la comida, pintar las uñas de casi un siglo de antigüedad y contarle historias de la familia que la hicieran feliz. Pero no lo hice.
Y muchas otras cosas que no hice durante 31 años que viví con ella.

Estas dos semanas y un día estuve haciéndome pendeja.

Solo iba a copiar y pegar lo que escribí en Facebook cuando mi abuela se fue. Pero ella merece mucho más. Merece una biografía novelada enciclopédica ilustrada, merece un Wikipedia sobre su vida, merece tanto que no basta con un texto donde le digas que la amas si tal vez jamás se lo demostraste de una forma en que ella te entendiera, y no como tú según podías expresarlo.

En fin. Veamos qué mierda nos depara el resto de 2022, con todo y sus estúpidas vacunas.

Parque Jurásico y yo

Parque Jurásico y yo

Parque Jurásico y yo

En estos días es el estreno mundial de Jurassic World Dominion, fin de la saga de Parque Jurásico.

Pero, por algún extraño motivo, Laura Dern (Dra. Ellie Sattler) y mi amorcito Sam Neill (Dr. Alan Grant) discuten un tema totalmente inapropiado como parte de su promoción con la prensa:

Lo “inapropiado” de su diferencia de edades al rodar Jurassic Park, la primera de las seis películas.

O sea: ¿Eso qué???

No hay que conocerme muy a fondo para saber que Parque Jurásico fue mi primera película favorita.

Ok ok: Antes fue Alicia en el país de las maravillas, la cual vi (según yo) siete veces seguidas gracias a la permanencia voluntaria de los gigantescos cines individuales de los años 80.

Después vinieron El club de la pelea, Amélie, The Inception… Pero Parque Jurásico es todo un capítulo en mi limitada autobiografía.

Parque Jurásico aniversario
Parque Jurásico aniversario

Si mal no recuerdo, fuimos a verla una noche cualquiera en los Multicinemas de Plaza Universidad en Ciudad de México. Mi mamá, mi tía adoptiva Mariné, mi hermana adoptiva Aracely que estaba de vacaciones en el otrora Distrito Federal. Y yo, pobre escuincla bastante babosa en ese entonces.

En el verano de1993 se estrenó Parque Jurásico. Yo tenía 14 años.

Llegamos al cine sin la menor idea de a qué nos enfrentábamos. Salimos de la sala con taquicardia, jajajaja. Eje 8 Popocatépetl estaba vacío, y yo miraba a todas partes por si no aparecía un tiranosaurio para comernos.

“¿Se imaginan si la clonación pudiera ser real?”. Y tan tan: luego apareció Dolly. Ahora, hasta los perros clonados de Barbra Streisand. Y así.

Aún recuerdo el mayúsculo grito colectivo del cine cuando el velocirraptor casi muerde la pierna de Lexi Murphy.

Ya hasta me dieron ganas de llorar ante el impacto que el fenómeno Parque Jurásico significó en mi entonces suicida y deprimente vida.

No sabíamos de la existencia de internet.

Pero con mis 3 nuevos pesos de domingo (o del cambio robado de las tortillas) empecé a comprar las tarjetas de colección de Topps. Mismas que fueron destrozadas en algún castigo materno por irme de pinta u otro pecado baboso.

También compraba las paletas, los chicles y cualquier cosa de Parque Jurásico nada más que para coleccionar las envolturas. Hice un cuaderno con recortes de Parque Jurásico, Gloria Trevi, Beverly Hills 90210 y Johnny Depp, entre otras obsesiones de mi adolescencia. Aún conservo los cómics originales en inglés. El libro Así se hizo Jurassic Park. Y el casete con el soundtrack de John Williams.

Así se hizo Parque Jurásico
Así se hizo Parque Jurásico

Y, por supuesto, la novela de Michael Crichton.

Los Reyes Magos me la trajeron cuando iba en cuarto de preparatoria. Devoré el librote en unos días.

Compré la película formato Vhs en preventa en Sanborns. Y me obsequiaron colores de madera con el triceratops enfermo como portada de la cajita, jajaja.

El epítome de mi obsesión fue nombrar Sam Neill a mi querido diario, mismo que dejé de escribir por allá de 2007.

Gracias a las redes sociales, hoy puedo seguir a Sam Neill en Instagram y Twitter. Saber de la vida en su granja, en la vitivinícola Two Paddocks, sus nietos, proyectos cinematográficos.

Es por ello, y por muchas cuestiones más, que me pareció tan pero tan inapropiado el comentario sobre…

“…lo inapropiado de la diferencia de edades entre Alan Grant y Ellie Sattler”…

Pero eso ya lo desglosaré en mi siguiente entrada de este blog. Lo bueno es que ya pagué cuatro años de hospedaje y uno más de dominio de TodoMePasa, lo cual me obliga a escribir aquí por lo menos una vez a la semana

El 2 de junio de 2022 tendremos nuestra fiesta de TodoMePasa Quinceañera. Sí: ya quince años blogueando aquí….

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