Mi jefa, la luchona
Yo soy hija de una luchona.
Formé parte de una “familia rota”, así me definían en la escuela (católica, por cierto) por no tener un padre presente. Así es: soy hija de una “madre soltera”…
Es curioso que siempre consideré a mi madre como una mujer “luchona”, ella quedó embarazada durante el internado de Medicina, cuenta que tenía que recorrer enormes pasillos para llegar de su dormitorio a las clases y de regreso, los pies se le hinchaban por tener que durar horas y horas de pie y haciendo guardias de hasta 36 horas… Sus contracciones comenzaron mientras atendía a un paciente, ella se aguantaba todo, nunca se quejó.
La llevaron, prácticamente obligada, a quirófano para que yo pudiera nacer, veinticuatro horas de labor de parto para acabar en cesárea, y ni rastro del padre o de algún otro familiar. Por fin nací, y mi jefa, con todo el cansancio del mundo, regresó una semana después a sus actividades diarias, se tomaba algunas horas para darme de comer y me encargaba con alguna compañera mientras ella tenía que seguir con su chamba.
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Mi jefa, la luchona. La mano de mi bebé recién nacida.[/caption]
No voy a profundizar mucho en el tema de cómo fue la vida junto a mi progenitor (tal vez lo haga en otro texto), un día regresó a nuestras vidas, afortunadamente no por mucho tiempo pero ahí estuvo, convenció a mi jefa de que era una buena opción y decidió que seríamos parte de una “familia normal”. Luego pasaron más cosas, tal vez no de mucha importancia, hasta que un día cuando yo estaba en primaria, de pronto él se había ido y yo no tengo recuerdos sobre si algún día había estado…
En ese momento de mi vida, yo observaba a mis compañeras (jamás amigas) hablando de lo maravillosos que eran sus papás, de lo mucho que los querían y ellos las querían, escuché el término “la princesa de papá” y no podía ni imaginarme qué se sentía. No estoy segura cuántos “día del padre” pasaron sin que yo pudiera entregar mi regalo, así que decidí que ese día sería dedicado a mi mamá.
A partir de ahí todos los días serían dedicados a mi jefa, ella había sido padre y madre al mismo tiempo, ella fue la única que se quedó conmigo cuando todos los demás no quisieron o no pudieron, fue la única persona que tuve a mi lado cuando llegamos a una ciudad donde no conocíamos a nadie, donde habíamos sido abandonadas innumerables veces en tan poco tiempo.
Recuerdo varias ocasiones de “Año Nuevo” comprando una cubeta de KFC, mientras veíamos películas… solas… juntas… ella y yo, las únicas que nos necesitábamos.
En fin, con todo esto ¿Por qué no iba a considerar a mi mamá para regalarle algo en el día del padre? Si esa mujer, con sus errores y virtudes, fue quien me dio todo, ¿por qué tengo menos derecho de festejarle en el día del padre, o de hablar de su profesión el día de “Hablar de mi papá”, o darle un detalle en San Valentín, porque también la considero mi amiga?
Quisiera saber quién privatizó las celebraciones para que sólo sean festejadas por unos cuantos. Me parece ridículo.
Luego las redes sociales, con todo y el valor que da el anonimato, decidieron tomarse a la ligera la noble labor de las madres que por azares del destino o malas decisiones se quedan solas haciéndose cargo de sus hijos.
Muchos se excusan diciendo que es sólo un grupo perfectamente definido de mujeres quienes forman parte de esta categoría, pero de igual manera me parece grotesca la mofa, pues no creo que ninguno de aquellos que condenan lleven vidas completamente perfectas.
Continuará.
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Así es, desafortunadamente o afortunadamente tal vez, se dan muchos casos como estos, donde la madre tiene que hacer las funciones de padre y madre y lo decimos con mucho orgullo, ya que mi caso es similar a éste, las mujeres luchonas valemos por dos, porque no basta con ser el sustento monetario de nuestra pequeña familia, sino que también hacemos las labores que nos corresponden como madres. Para un hombre es muy fácil deshacerse del problema de olvidarse de sus hijos y una madre es muy difícil que abandone a sus hijos por nada, nada es más importante en el mundo que ellos. Después de años se entera uno de que andan dejando hijos regados por todas partes, eso es muy fácil, lo difícil es afrontar las consecuencias de nuestros actos y tratar de dar una buena educación a nuestros hijos, además de cariño, sustento y un techo donde dormir dignamente. Como seres humanos también cometemos errores, a veces un poco por haber sido madre muy joven y no tener la madurez necesaria para enfrentar la serie de problemas que conlleva el estigma de ser “madre soltera”. Lo que si estoy segura, es que más vale sola que mal acompañada, porque en muchos caso aparte de que ni te mantienen, ni a ti ni a tus hijos, tienes que aguantar a un borracho, que se desaparece dos días de casa y cuando regresa es todo crudo y sin dinero, o te quiere pegar o pegarle a tus hijos. Por eso felicitaciones a todas esas madres luchonas, que nos partimos la “ídem” por nuestros hijos. Y felicidades a los hombres que saben ser verdaderos hombres para hacerse cargo de su familia. He dicho.