La Coca-colonización (hasta en el ditzionario)

En un principio fue la Coca-Cola.

Coca-Cola demostró la manera de hacer publicidad y mercadotecnia en el siglo XX. Esta marca, reconocida en todas partes, se posicionó en la cabeza de miles de millones de potenciales consumidores, comenzando por los más jóvenes e influenciables, para convencerlos de que es necesario beber Coca-Cola para sentir la chispa de la vida.
Después apareció Pepsi.

Pepsi fue el inicio de un mercado voraz de imitadores que aún pelea por obtener la preferencia de las masas. Virgin Cola y President’s Choice son dos marcas de las cientos que tratan de imitar a la original. Incluso en México existen Big Cola y RC Cola.
Y luego de la Guerra Fría, llegó la Guerra del Refresco…
Coca-Cola y Pepsi eran las únicas compañías con los recursos necesarios para ingresar rápidamente al mercado comunista como sólo pueden los grandes. La ex República Soviética fue el lugar del lanzamiento de la nueva Pepsi (Blue), con Cindy Crawford como imagen. El brillante rojo de Coca-Cola recuerda a la hoz y el martillo, mientras que la gran gira mundial de Michael Jackson antes de ser acusado ante la corte fue patrocinada nada menos que por el gigante azul.
China. El país más poblado del planeta. Coca-Cola trata de imponerse como sustituto del tradicional té, lo cual es una afrenta a una costumbre milenaria. He ahí un gran ejemplo de la Coca-colonización y del por qué la Coca-Cola se asocia con el american way of life y la comida rápida, como Mc Donald’s y KFC (antes Kentucky Fried Chicken).

Chamula, Chiapas. El refresco gaseoso es considerado más que una bebida de moda: es mágica. En una web llamada Antropología CocaColera,  me encuentro con que los bebés son amamantados con el burbujeante contenido de la botella negra que encontramos en casi cualquier parte del mundo.

Actualmente, todas las compañías de refrescos son las principales dueñas de otras líneas que dan variedad al producto principal: Coca-Cola posee también Nestea, Minute Maid y Sprite. Por su parte, Pepsi tiene a Seven Up y Kas. Además, existen variantes como: Coca Light, Coca-Cola Zero, sin cafeína, Coca-Cola Classic, etcétera.
Beber Coca-Cola da ganas de beber más y más (a que no puedes beber sólo una). Algún tiempo fui adicta a la Coca-Cola Light. Hace años abrí una botella de Coca-Cola regular (mi abuela se ha rehabilitado y ha recaído cientos de veces, cada que sus médicos se descuidan) para servirme un vaso, y terminé bebiendo los seiscientos mililitros. Fui por la botella diaria de mi abuela, decidí probar la Coca-Cola Zero y, media hora después, el litro de refresco casi había desaparecido.
Sí, beber Coca-Cola da ganas de beber más Coca-Cola… y si el producto no tiene azúcar, el culpable debe ser la cafeína (ajaaá).
¿Pepsi? Alguna vez bebí una lata. Habría preferido beber agua simple. Y aunque los Pepsi-lindros causaron furor en mi generación, la Coca-Cola es tradición familiar para muchos de nosotros. Puedo recordar una escena: tengo cinco años y le pregunto al tío de un vecinito qué significa el nombre “Coca-Cola”…